Por fin comenzó la era Mourinho en Mallorca, y aunque para esta temporada el Madrid jugará con una camiseta que parece un homenaje al Zaragoza y tiene una de las serigrafías más feas que se recuerden, es una camiseta a la que todos los madridistas de bien le cogeremos un tremendo afecto y cariño. Pues aunque fea, es la camiseta de la liberación baulo-putista, la camiseta del año en el que FP le entregó las llaves del club a Mourinho, -aunque no sabemos si Mourinho las ató a su llavero de casa estival o de residencia fija-, y la camiseta del verano en el que fichamos para el mañana, bueno, bonito y no demasiado caro.
Para ver mi primer partido de la era Mourinho, quiso el azar que el bar en el que entré fuera un Bernabéu en miniatura, con sus gañanes de brazos tatuados y camisetas de algodón sin mangas, sus palurdos blasfemando e insultando por todas y cada una de las cosas que ayer no salieron y los fieles a las pipas con camisa de manga larga dentro de un pantalón que llegaba hasta los sobacos. Aterrador. Nos sorprendió Mourinho con el multitasking Lass en el once titular, lo que no sé si interpretar como una jaimitada o es que Khedira simplemente está aún en prepretemporada. El dibujo 4-2-3-1 se completaba con Canales, Di María y Cristiano (ambos alternando banda) e Higuaín en sus papeles habituales.
Llevaba sin ver al Madrid desde Münich, y aunque el equipo coge forma, fondo y figura poco a poco, contra el Mallorca tuvimos algunas dificultades con el balón a pesar de controlarlo durante la mayoría del primer tiempo. Laudrup envió una señal a Mourinho, aunque el portugués no habrá hecho sino confirmar impresiones y sospechas. Al Madrid este año, al menos en España, se le va a jugar con sistemas defensivos de hasta 7 jugadores, y cada empate se celebrará como una victoria, y cada victoria será una fiesta local.
Durante la primera parte hubo buenas jugadas entre Di María y Cristiano, los gemelos separados al nacer, y ésta se antoja una sociedad explosiva. Canales nos deleitó con un precioso gutipase a Higuaín, que comenzó una de sus peores jornadas como ‘rematador’ del Real. A partir del minuto 35 el guión del folletín estaba masticado, deglutido y disipado (posesión blanca, autobús del Mallorca e intentos de contra y ocasiones nuestras cada 6 o 7 minutos), y yo ya sólo podía pensar en el banquillo: León, Özil, Khedira, Benzemá… aunque algo hizo bien el Mallorca, cuando con todo el catálogo de medios tiradores de los que disponíamos en el once fueron anulados por completo en la frondosidad de su defensa. A señalar la moda de reclamar impunidad siempre que el jugador toque balón primero, desentendiéndose de lo que pase después, al estilo Diawará. En el minuto 4 podrían haber partido el tobillo a Cristiano, y aún no sabemos lo que tiene.
El Madrid deambulaba pesado, pero convencido como ente. El embudo con el que nos querrán ahogar le deja a Mou vía libre para perfeccionar y deleitarse (sospecho que en este personaje ambos verbos van en la misma dirección) en el centrocampismo del equipo, dominar los partidos (eso será fácil) y los rivales (no tanto) a partir de nuestra sala de máquinas central. Asociaciones, creación de espacios, diagonales… Alonso, Khedira, Canales, Özil, León, Granero… son tareas que aún andan verdes pero que nos darán la llave en muchos partidos (de mierda cagao) como el de ayer. Habrá muy pocos espacios y los pasadores verticales (Canales, Özil) y largos (Alonso, Di María) valdrán su peso en oro. Necesitamos que los urdidores urdan. Higuaín, Ronaldo, Di María y Benzemá, serán los responsables de la culminación con su velocidad, aceleración y verticalidad. Se anuncia una gestación lenta, pero gratificante.
Las suposiciones que emanaban desde el televisor eran ciertas, y la segunda parte corrió entre prisas desde el minuto 15, como si todo el mundo supiera lo que se le avecinaba. Mourinho, con un impresionante aire paterno-didáctico hablaba con los suplentes como si fueran alumnos y movió el banquillo dando entrada a Özil y Benzemá primero y al imponente Khedira después. Retiró a Di María queriendo señalar su confianza en Higuaín (aunque yo creo que se equivocó), y pidió a Özil que calentara pegado a la banda aunque dentro del terreno. Queda meridianamente claro que salvo sorpresa cuando coja la forma, Ozil, como Canales, se ahogan en la cal y necesitan estar rodeados de verde. Son futbolistas distintos.
Paradójicamente, con la entrada de Khedira el Madrid terminó de partirse en dos: Alonso retrocedió unos metros a echar el ancla y Khedira mostró su prometedora presencia en dos jugadas arriba y otras dos abajo. Estoy ansioso y quiero que coja la forma y la titularidad lo antes posible. El Madrid atacaba con 4 o 5 y defendía con otros tantos. Khedira iba y venía y Alonso intentaba pilotar la nave a distancia. La falta de puntería no es más que una dolorosa anécdota. Analizando a los jugadores individualmente:
Arbeloa comenzó el partido más adelantado de lo normal -demasiado para un opositor a Hacienda- y se observa en el jugador una ligera crispación cuando juega y es algo más agresivo; además, ha ensanchado sus brazos y es un jugador más corpulento de lo que parece, aunque cuanto más lejos está de su portero más insignificante se vuelve.
Sergio Ramos sigue disfrutando de una irritante y peligrosísima carta blanca a nivel deportivo e institucional. Sus pretensiones nunca satisfechas, sus trucos baulistas, sus lagunas de concentración… son terribles y sigue dando la sensación de que el día que el físico no le acompañe se convertirá en un problema pesadísimo para el club, un vivero de hipotecas de diversa índole. Sus semichilenas en el 44 de la primera para despejar situaciones relativamente fáciles, la falta de rigor al sacar de banda en el 44 de la segunda desde la linea de fondo cuando el equipo estaba volcado contra el área de Aouate regalando un balón al Mallorca… insoportable.
Carvalho correcto y con oficio, no llama la atención y pasa discreto por el partido, lo que en un central es una muy buena noticia. Marcelo, sospecho que con órdenes específicas, no participó demasiado en la primera parte. En la segunda, sin corsé ni rigor, aportó más.
Lass comenzó de pivote fijo, con un juego casi siempre horizontal y sigue con ese fútbol anárquico, impreciso, desesperante… De la misma forma que Luxa le colocó un pinganillo a Raúl, convendría que Mou le diera una brújula al francés. Mientras, Alonso, futbolista sobre el que se gesta un debate en el blog sobre su valoración o sobrevaloración, sigue siendo el único futbolista con criterio y con una visión global, profunda, periférica y con perspectiva de un terreno de juego, y puede jugar bien o mal, pero debe jugar siempre.
Di María, fresco y novedoso, es una buena noticia. Se intuye buena asociación con Ronaldo, y desborda, tiene un alonsiano pase largo, control y drible. Parece un multiusos. Di María rodado será como una navaja suiza en un picnic.
Ronaldo, que imagino que tenga carta blanca a partir de la linea de 3/4, lo que me parece razonablemente correcto (aunque yo revisaría la norma), debería integrar su fútbol a la orden del colectivo cuando esté por debajo de esa línea imaginaria, salvo que vea factible marcar un gol como el del Madrigal en cada partido, cosa que este año con la superpoblación defensiva rival estará más complicado. Absorber la pelota en el medio campo durante diez segundos no vale para nada, salvo para dar tiempo al posicionamiento rival. En la segunda parte se masturbó con el balón mientras Özil esperaba el autobús en el segundo palo.
Higuaín, empapado casi todo el partido por la maleza mallorquín, estuvo cerca de salir victorioso en dos sprints que no concretó. Y casi nunca eligió el remate correcto, cosa en la que se ha estado especializando en el últimos dos años y medio. Es como si quisiera marcar un gol con el esbozo del no-gol al Lyon para redimirse ante sí mismo. Que la cruce algún día, por favor.
Los gestos de Benzemá, que en el Madrid parece un delantero con actitudes de centrocampista le siguen sumiendo en la indefinición, y a Mou se le acabaron los minutos de broma y quedan muchas cosas por hacer, cosa que no digo por meter prisa, sino para tener paciencia. El Madrid atesora nuevos jugadores, un inmenso talento, futbolistas de futuro e infinitas posibilidades dentro de un terreno que el Club, por una vez en su puta vida, debe saber gestionar bien, despacio y con criterio. Los primeros brotes verdes comenzarán a salir de la tierra al llegar el invierno. Esperemos que resistan el vendaval.