Primer partido oficial de Mourinho en el Santiago Bernabéu, donde el protagonismo debería ser para el equipo y que en cierta medida terminó robando la afición. Apuntaba Diego Torres en la previa de ayer que Mourinho estaba inquieto ante «la afición más quisquillosa del planeta.» Curiosa forma de adjetivar a la afición del Bernabéu. Antes que la quisquillosidad, se me ocurren otras cualidades para nuestra afición: ignorante, involucionada, desfasada e indefinida. Impaciente hasta la náusea e incapaz de proteger bajo su manto a jóvenes futbolistas con talento pero recién llegados (Redondo), y/o sin formación (Higuaín, Marcelo), pero sin embargo capaz fabricar mitos en sus pedestales como si fueran un líder comunista. Una afición maleducada, que cacarea el nombre de su palurdo héroe local el día que a Ronaldo -recién llegado- le dan un balón de oro. Tal vez sea un problema generacional. La afición del Bernabéu es una afición vieja y huevuda, anquilosada en el pasado e incapaz de ilusionarse y sentir como suyos a futbolistas como Özil, Di María o Benzemá, y a hombres como Mourinho o Capello. De vergüenza ajena.
Con este panorama se presentaba el neonato mourinhista ante la masa (sebosa) del Bernabéu. El ultradefensivo entrenador portugués salió con Higuaín, Benzemá, Cristiano y Özil. En un inicio, Cristiano en la izquierda, Özil y Benzemá alternando lado derecho y centro y con Higuaín arriba. Los primeros minutos, fríos, transcurrieron con la agradable noticia de ver a un Benzema participativo, móvil e incluso asistente, con un bonito centro de extremo a Higuaín. Anda Higuaín con la losa de su pasado sobre sus espaldas, y al igual que el curso pasado, le está costando arrancar. El año pasado se agobió ante la llegada de Florentino y sus fichajes, este año, con más jerarquía en la plantilla y en el equipo, vuelve a comenzar la rampa con ligeras crisis de ansiedad, como si debiera autoafirmarse cada 60 minutos. Mala noticia para el equipo, falto de nueves y de gol.
En líneas generales y con una visión algo somera, el Madrid nos deja un sabor agridulce. La amargura nos viene por arriba, donde a nuestros jugadores les falta calma, sosiego y pausa -Cristiano e Higuaín-, definición -a todos- y compenetración. En varias fases del partido, mientras uno de los cuatro jugadores ofensivos tenían la pelota, los otros tres esperaban estáticos. Apenas Higuaín forzó desmarques de ruptura y Özil jamás se detenía. La gran noticia del partido fue Özil, único hilillo de plastilina entre el mediocampo y los atacantes. Mourinho, inteligentísimo, le cambió en el 83′ para buscar la ovación y arrojar un azucarillo a la mandíbula pipera. El alemán jugó con un velcro en la bota, dio profundidad al equipo y se presentó como un excelente asistente. Parece haber un futbolista más sobrio de lo pensado en un inicio.
Hay movilidad arriba, pero no es la movilidad de una máquina perfectamente engrasada, sino la movilidad nerviosa y cuasiviolenta de cuatro o cinco gallinas arrojadas a un corral que buscan un espacio para incubar. Por abajo, el Madrid se consolida y se recuerdan pocas ocasiones serias en contra en 180 minutos de Liga contra dos equipos aceptablemente trabajados como son Osasuna y Mallorca. Además, algunos conceptos comienzan a fijarse. Alonso es definitivamente el cinco fijo, encargado de acudir a las ayudas laterales. Distribuidor, que no creador. Cabe destacar en la pareja Alonso – Khedira el potencial aéreo en defensa. Ayer prácticamente todos los balones lanzados por Osasuna al cielo del estadio rebotaron sobre Alonso y Khedira. Desde Mahamadou no disfrutábamos de esa gratificante baza a favor.
El Madrid hizo una primera parte mala y en el partido sobraba ansiedad, representada en Cristiano e Higuaín, y le faltaba algo de tranquilidad y pausa que bien podían aportar cualquiera del banquillo. Özil y a veces Benzema eran los únicos nexos realmente efectivos entre Alonso y Khedira, y sin embargo aún insuficientes para apoderarse por completo del juego y de generar más ocasiones claras. Mientras tanto, el público seguía a lo suyo y no podía faltar la ansiedad transmitida a los jugadores con su puto runrún de los cojones.
En la segunda parte una falta sacada por Osasuna rebotó varias veces hasta encontrar acomodo en el interior del pie de Khedira, que le envió un paquete certificado a su compatriota para montar la contra del único gol del partido. Khedira es el futbolista del Real Madrid al que el hijo de puta seboso de Rebaño ya compara con toda la mala baba del mundo con Emerson, uno de los grandes fracasos madridistas. Rebaño: puesto a comparar a Sami con un inútil acabado y cornudo, haberlo comparado con tu padre. Inmenso hijo de puta, ¿no tenía Mauro Silva -el mediocentro más grande- un trote cochinero parecido y sin embargo el don de la ubicuidad? Khedira es un futbolista que juega siempre a un toque, a lo sumo dos, mueve el balón en cualquier dirección, participa en la creación de espacios y ocupa una parte determinante del terreno de juego. Tiene 23 años, no habla español y acaba de llegar. Y a Relamo le recuerda a Emerson. Rebaño es un hijo de puta o un ignorante.
Parece que Mou anda a la búsqueda del tercer volante que mejoraría mucho la circulación de balón, haciendo la vida un poco más fácil a Alonso y Khedira, y si ese es volante es Canales además de circulación aportaría claridad. Tengo muchísimas ganas de ver juntos a Özil y Canales. Cristiano estuvo soberbio en las filigranas y nefasto en tiros y elecciones determinantes. Con el poderío que tiene el equipo por arriba, es un poco irritante que tire hasta las faltas laterales. Sin embargo, no retuvo tanto la pelota en zonas inútiles del campo como en Palma. Precioso gutipase a Higuaín, al que no le vendría mal hacer un trabajo de remate sutil frente al portero.
Una de las características de este curso viene definida por la palabra ‘alternativa’. Ayer no jugaron Canales ni Di María -dos minutos-, y Pedro León -un futbolista que se antoja muy muy interesante en el Bernabéu- salió al campo 20 minutos, mostrándonos aportaciones diferentes a las de sus compañeros. Es tarea fundamental de Mourinho mantener activos y activados a los 16 primeros jugadores de la plantilla, lo que garantizaría un caudal amplísimo de opciones, alternativas y recursos en función del rival, el campo y el resultado. El equipo no está en desarrollo; más tierno aún, en formación. Aislémonos del lumpen y el piperío y propaguemos la verdad del madridismo underground. ¡Hala Madrid!