Se presentaba un partido interesantísimo en el Molinón. El Madrid no tenía a Mou en el campo y el entrenador rival había trazado un plan maestro en el que la consigna era calentar el partido, a su afición, e hipermotivar a sus jugadores. De nuevo nos subimos a la máquina del tiempo. Rival retro y norteño, años 80, “vosotros madridistas sois los más fascistas”, el norte de España terreno minado para el madridismo, etc. En lo puramente futbolístico la duda antes del partido era conocer la disposición de Alonso y Khedira con las ayudas de Di María y Özil. Desde que Preciado abrió la boca estaba claro el guión del partido: el público prácticamente en el campo, jugadores pasados de revoluciones, cortocircuitos del juego y de la continuidad en cada situación desfavorable. El partido tendría aires de semifinales de Copa, y habría asfixia, presión, pero no juego. El Real debería mantener la cabeza fría y el libro de variables cerca de la mano.
Desconocemos si Preciado albergaba esperanzas de ganar el partido con esas declaraciones anticipo de su plan maestro o es que es así de tonto. Vistas las evoluciones en la semana parece que hay algo de las dos opciones. Los comentaristas conocedores de la polémica avisaban: “cada uno sabe que es lo que tiene que hacer”. Las primeras sospechas se confirmaban antes de los cinco minutos de juego: el Madrid despejaba la pelota sin miramientos y al cielo. Hasta cuatro despejes consecutivos sin buscar una jugada, el control del partido o la bajada de revoluciones a través de la posesión.
En un partido turbio, sucio y feo se sacan numerosas lecturas que bien hará Mourinho en apuntar y trabajar, pues en eso se basa su grandeza: el trabajo y el manejo de alternativas infinitas. En los 5 primeros minutos el Madrid apenas tenía información de la pelota. Özil, uno de los señalados en el preámbulo, bajaba a ayudar y robar; el Madrid debía buscar la superioridad, y Marcelo, en un partido esperanzador y adulto que años atrás le habría hundido en la miseria, comenzó surfeando la defensa asturiana en una jugada que no tuvo repercusión. A los 10 minutos los nervios ya eran insoportables, parecía que no se terminaría una jugada en todo el partido. Al Real le costaba hacer pasar la pelota del medio campo, y conservarla con criterio era una quimera. A pesar de todo, poco a poco, y dentro de la marejada, el equipo iba enderezando el timón; Higuaín, al palo.
Özil es un futbolista sobre el que podemos hablar paralelamente en términos positivos -es indetectable- y en negativos -es invisible-. A pesar de la intensidad del partido, aparecía intermitentemente, dando apoyo en la derecha para oxigenar la jugada, socorriendo a Alonso, lanzando a Cristiano… Preciado, solitario en el margen del campo, admiraba sus planes y se preguntaba si a la hora y media de juego alcanzarían el calificativo de “obra”. La batalla en el partido, y el duelo específico en el medio campo, modificó la calcomanía del 4-2-3-1, y en algunas fases defensivas vimos un 4-1-2-3 con Di María haciendo de interior. Alonso, único futbolista con carnet de pilotaje en el Madrid, no se hacía con la pelota, aunque su futbol zonal sin balón es serio y consistente. Y no es demérito del vasco que tuviera problemas, el Sporting acumulaba jugadores en el medio como si fueran adolescentes en la cola de un concierto.
Para dejar constancia de nuestro juicio objetivo señalaremos con dolor pero sin preocupación a Khedira, que muestra algún tipo de dificultades para hacerse notar en partidos físicos e intensos. Le pasó en Milán, y le estaba empezando a pasar en Gijón. Más información de estructura y funciones: Di María espera los rechaces de los córners, algo normal si por arriba no es fuerte y maneja varios recursos en segunda jugada. Apuntando y recordando todos los detalles de anatomía ya somos capaces de plasmar algunos esquemas y mecanismos de este equipo, como si fuera el esqueleto de un dinosaurio en una sala de arqueología. Lo tenemos casi completo, aunque en cada partido descubramos nuevos detalles. Si me distraigo en historias secundarias o paralelas es porque el esquema del partido se repetía en bucle: barullo, tensión, primera llegada seria del Sporting, un sportinguista en el suelo, dos paradas de Casillas, un pase interior de Marcelo (suma y sigue) a Higuaín, 6 vueltas de campana a la Busquets, muchísima imprecisión blanca arriba en el último o penúltimo pase…
Al final de la primera parte otra llegada seria del Gijón, y Pepe en un duelo cardiaco con Sangoy se lanza al suelo a corregir. Entre la poca ortodoxia en sus cruces y la tensión del partido se temía la aparición en cualquier momento de Bruce Banner. El partido estaba siendo malo en lo futbolístico, pero la actitud del equipo era buena y existía una disculpa ante la falta de control . Para la segunda parte la pregunta era saber si los del Sporting aguantarían así y el Madrid podría encontrar una rendija entre el cansancio. Casillas sigue desconocido con el pie, y es de agradecer que siguiera con su progresión en este partido tan espeso. Un portero con buen pie da continuidad al juego y buenas alternativas. Entre los destacados faltó por segunda vez consecutiva Di maría, que no afiló la bayoneta . Viendo los primeros minutos del partido pensé en tres posibles cómodos en el ambiente: Cristiano y Alonso por su pasado inglés y Di María por su carácter retador. No fue el caso.
La segunda parte, como contra el Milan y el Aleti, tuvo prácticamente 5 minutos de asedio consecutivos: Di María intentó una reedición de su pase con el exterior, señalaron un fuera de juego que no era a Higuaín, otra cabalgada de Cristiano… A la hora de partido, el número 22 ya no estaba. Si se le ancla eternamente a la derecha sus únicas alternativas son la carrera por fuera o dar salida por dentro. Teniendo como tenemos a un Cristiano polivalente, total, omnipresente, se agradecería ver alguna vez a Di María en la izquierda. Su situación era como la del equipo, cansado, fuera de lugar, cada minuto más lejos del objetivo. Llovían balones de las alas pero el Madrid ayer fue un solar en segunda línea. Este factor reaviva el debate del nueve. Tanto Benze como Higuaín, Cristiano o hasta Khedira pescarían enormemente con un nueve y el equipo tendría una alternativa más.
Con la entrada de Benzema llegaron las ocasiones: en el 70 Cristiano roba y le deja a Higuaín medio gol que no convirtió. Era el 0-1 del guión mascado. Minuto, jugador y situación de libro. Al minuto siguiente el Sporting devolvió la cortesía, cosa inaudita en la noche de ayer. Mou, estático y hierático todo el partido, se movía como una sombra detrás del cristal. Los asturianos ya no disimulaban su trivote en las fases defensivas del partido. “Tanto para tan poco”, pensábamos desde el lado blanco. En los últimos instantes, y con 10 minutos para la semitragedia, Marcelo culminó su partido multidisciplinar con dos ocasiones en las que se acompañó de Benzema. En una el francés no le vio a la izquierda y en otra a punto estuvo Marcelo de estampar el balón en el palo corto asturiano. Hasta que llegamos al minuto del gol, minuto de extrañísimas sensaciones. Özil asfixiado en recursos dimite y se la da a Ramos que… centra bien, remata Benzema en un gesto feo, como si fuera un árbol del que colgaba un marsupial de rayas y… el portero canta ofreciendo a Higuaín un remate patentado por Baúl y registrado al minuto siguiente por Carvajal, marcando el gol de la victoria. Sudores fríos, recuerdos de épocas pasadas. Casillas se cruzó de brazos por la espalda y paseó como pasean los maestros por los pasillos.
De nuevo al minuto siguiente, y en una jugada prácticamente simétrica, Casillas atajó el empate. 10 minutos para Lass, al que si le queda alguna actividad útil como futbolista es sólo la de la persecución. Lastimado, mayor, dañado y extracomunitario, la distancia entre Diarrá y Lass es sideral y siempre favorable al malí. Como brillante epílogo, luego de la entrada de Arbeloa por Özil para ponerse de interior derecho, (¿eso no debería haberlo hecho Lass?), Cristiano nos regaló un epílogo sensacional después de la enésima agresión. Orgulloso, suntuoso, enfurecido, valiente, abrazó a todos los madridistas sin complejos con su sensacional “más, más, más”, regalando otra viñeta para el recuerdo al madridismo y al antimadridismo. Estamos aquí, y estamos preparados.
El partido horroroso, arroja muchísimas y útiles lecturas para el futuro: juego en inferioridad emocional, alternativas futbolísticas, Di María, Lass-Mamad.. Mourinho estará encantado: a la vez que gana, tiene más y más trabajo.
antón meana……¿seguidor del sporting de gijón, en cuyo estadio «el molinón» nació en 1979 el grito «así, gana el madrid»?