Entre la impotencia y el tedio.

Partido de liga en el Bernabéu con hasta tres anécdotas de distinta índole. Plebiscito oficioso entre Mourinho y Valdano (Pérez) en la grada que quedó en nada, primer partido con rotaciones serias en lo que va de temporada (Özil y Alonso más los lesionados Khedira, Pepe e Higuaín) y primer encuentro de la segunda vuelta contra uno de los rivales que mejor nos plantearon un partido la primera fase, el Mallorca de Laudrup, el hombre que hizo un futbolista de Granero: todos nuestros respetos. Comenzó el partido con un Madrid lleno de ímpetu y voluntad, usando la clásica formación de este año, pero un poco más elástica que otros días por delante. Las permutas nos dejaron ver a Di María en el vértice de la presión, con Benze a la derecha, tomando notas, Cristiano en la izquierda soltando el gemelo y Kaka’ de diez.

Mou había dado los galones a Granero, y si no fue así, tal vez el canterano salió con aires jerárquicos al oler el perfume de Laudrup en el túnel de vestuarios, como quien unta té con magdalenas, en búsqueda del tiempo perdido. Levantaba los brazos en el medio ordenando a Gago y a Carvalho, y corrigiendo el inicio de jugada anárquico de Di María, un jugador siempre  vertical. La actitud del Madrid era loable y el equipo parecía acalorado y enérgico. Gago y Granero se juntaban en la fase defensiva, porque juntos son lo más parecido a un hombre entero. Nuestro equipo siempre tuvo, desde el principio y salvo fases muy específicas, el control absoluto del partido, aunque ofensivamente vivíamos algo desnortados gracias a la excelente colocación del Mallorca. Cristiano desde la izquierda y Kaka’ en algunas diagonales exteriores intentaron el abordaje externo tras ver, otra vez más, que el equipo por el medio es un desastre, un embudo, una desesperación.

No obstante, el Madrid, sin prisa, seguía insistiendo en el mimo y el control. Carvalho dudó en un gesto y enseguida recibió palabras de Granero, que desciframos con sus propios brazos, “a mí, en corto.” A los diez minutos Di María nos regaló uno de sus slalom, bailes, demostración de bobsleigh, no se sabe. Pero la jugada quedó inconclusa, como casi siempre desde hace unas semanas. Casi a continuación, una jugada a un toque entre Marcelo, Kaka’ y Cristiano nos recordó al gol al Valencia de Ruud en 2007. Sin pausa para respirar, respondió el Mallorca con una contra al palo. Íker recriminó a Marcelo, que le envió al carajo, o eso nos pareció, bajo una mirada estalinista de nuestro capitán.

Aún no habíamos pasado el cuarto de hora y el Madrid ya esta cansado de vagabundear por el medio. Cansados de mendigar, ambos laterales lo intentaron por fuera. A partir de ese instante el ímpetu blanco se diluyó y el partido entró en una farragosa fase comatosa que sin embargo no le impidió dejar de tener el balón y el tempo del partido. Cada vez que vemos a Iturralde frente a Cristiano nos recuerda a ese fracasado de Misfits que una vez dominó el submundo londinense con unos poderes lácteos, envidioso de aquellos que eran más listos, más rápidos, más inteligentes. La única vez en el mundo que un pelota-empollón puede ostentar poder y caciquismo frente al más popular de la clase. Hasta dos o tres veces alzó Cristiano los brazos desde el suelo demandando una explicación. Iturralde a lo suyo, a chupar cámara.

En el ecuador de la primera parte Granero culminó sus oraciones a Laudrup con un pase marca de la casa por encima de la defensa, pero el balón se quedó entre el bosque bermellón y Di María no llegó a verlo. Resultaba ligeramente desesperante la desconexión madridista en los tres cuartos, la alarmante falta de alguien con capacidad para transportar o proteger el balón entre fronteras. Los únicos recursos eran Marcelo y Di María en las alas. El Mallorca, con su doble línea de cuatro en cinco metros y medio nos dejó sin recursos como ya hiciera en la ida. El Madrid empotraba en su área al Mallorca con caricias, sin molestar, con toda la amabilidad del mundo. Nos libró de la desesperación un balón largo de Ramos a Cristiano, que con un taconazo habilitó a Marcelo tras un control con el muslo.

El Mallorca es un equipo serio, ordenado y conciso. Lo veíamos con cada saque teledirigido y kilométrico de Aguate mientras soñábamos saques así en nuestro portero.  Hoy le daremos tregua, porque con dos intervenciones de un punto y medio cada una nos salvó del desastre. El final de la primera parte llegó con el Mallorca merodeando las redes blancas, y Arbeloa con un balón para licenciarse definitivamente, pero rechazando el ofrecimiento del cielo. Pasó, y el balón se perdió entre la madeja y la indefinición. El ritmo pastoso de la primera parte, llevado más por incapacidad de acelerar los tres cuartos que por convicción futbolística, nos volvió a poner de manifiesto muchas cosas. Nos quedamos con dos. Una: el mediocampo titular del Madrid, a pesar de sus defectos, no tiene recambio. Y dos, no sólo no tiene recambios sino que le falta un tercer hombre. Alguien con capacidad para el ofrecimiento, la conservación y la movilidad.

Para el inicio de la segunda parte Mou no nos defraudó. ¿Cuándo lo ha hecho? (En Almería). Fuera Gago y Kaka’, dos futbolistas insustanciales e inútiles que ni están ni se les espera a pesar de lo más o menos que puedan aportar en los minutos de la basura. Cuanto antes acepte el Presidente que uno de sus juguetes no está para nada, mejor para todos. Dentro Özil y Alonso, y el equipo subió dos tonos de un golpe. Comenzó amenazándonos Webo, con ese aire osasunista que tan malos recuerdos nos trae. A pesar de su disparo, la entrada de los dos jerarcas dio más cuerpo y llegada al equipo. La conexión Alonso-Özil fue simple y sencilla: con el Mallorca unos metros más atrasado, el balón viajaba sobre una línea imaginaria AÖ. El tolosarra aportó mucha presencia en los primeros minutos de la segunda parte y descargaba continuamente a nuestro fantasista más fresco, que repartía, cabalgaba y urdía aleatoriamente.

Pero antes de la hora de juego vimos un gesto definitorio del estado del equipo y del trabajo que queda por hacer: Özil envió un balón a Cristiano en la izquierda, pero no le siguió, se quedó parado. Fatiga no era, puesto que acababa de salir. Ese gesto evidencia de falta de automatismos eficaces en el equipo. Eso, y la desastrosa segunda línea que (no) tenemos o no sabemos utilizar (Di María, Özil y Cristiano siempre van adelante, más el delantero, y Xabi – Sami están obligados a cerrar las puertas. Al menos uno de los tres debería quedarse descolgado.) Es lo que nos separa del Barcelona, y no el tikitaka.  Movilidad y creación dinámica de espacios. El Barcelona –amén de la superioridad con Alves de interior- duerme la jugada hasta que acelera en tres cuartos con una movilidad continua entre Pedro, Messi, Villa e Iniesta. El tikitaka under ¾ no es el problema ni el debate, sí la fase ofensiva. Eso le falla a este joven equipo. Repetimos: movilidad, creación dinámica de espacios y utilización de segunda línea.

De vuelta al partido, disculpas, poco que contar. Cristiano abrió bellamente entre líneas a Di María e Iturralde obvió una mano mallorquina en el área. Lo peor de todo, sin dudas, esa urgencia instalada en el equipo, desde el Villarreal de forma más clara, o tal vez desde el Sevilla, más subconsciente. Hasta que por fin Granero coronó un –como mínimo- aceptable partido devolviendo la cortesía de Almería a Benzemá, que en un sutil gesto ronaldiano, sin tocar el balón, se posicionó sobre él y con la izquierda batió a Aguate. Otra pequeña joya del francés, decidido a no marcar demasiado pero a marcar preciosos y delicados goles. Tras el gol Mourinho quiso cerrar el partido cambiando a Granero por Lass. No creo que el cambio saliera especialmente bien, ya que Granero estaba jugando con criterio y el partido no reclamaba dosis excesivas de músculo. El Mallorca tampoco es un rival demasiado duro, y sin embargo el partido se convirtió en un correcalles sin sentido y peligroso desde la entrada de Lass. Otros noventa minutos para Ángel, que siguió recortando en una baldosa a los jugadores del Mallorca y hasta a Benzema, que acompañó a los defensores tras el enésimo quiebro del Fideo.

El Madrid sin la urgencia del gol llevó el partido a una insustancialidad desértica mientras pasaban los minutos. El esquema era algo así: total control medular, adornos en los tres cuartos y remiendos para tirar. Ni Cristiano encontraba huecos ni los defensas le dejaban encontrarlos. A veinte minutos del final, un gran control de Benzema a pase de Alonso anulado, y pase con el exterior de Cristiano, que culminando una contra le envió el 2-0 a Benzema. Aguate, buen portero, salió y atrapó. Luego el portugués intentó desquitarse con un tiro que salió rondando el palo y los guantes del portero. El final acechaba, y el Mallorca no inquietaba demasiado. Una demostración de street football entre Di María, Ozil y Alonso terminó con un balón bombeado de Cristiano al larguero. Iturralde perdonó tal vez la expulsión de Ramos, y el Madrid, con el Mallorca a punto de entregar las llaves, rondaba el segundo y definitivo gol. Lo tuvo Benze en dos ocasiones, pero hizo “miau”.  Hasta que Casillas no le sacó el segundo balón a Webo no respiramos tranquilos.

El equipo dispone sólo de dos días para dar a nuestros amigos sevillanos un discurso en portugués de noventa minutos que nos acerque a una final de copa siete años después.  Se sospecha que el sistema Copa será parecido al sistema Champions. Sevilla será una dura prueba en sí misma que además nos dará pistas sobre el equipo de Lyon, fecha definitiva para la restitución moral del equipo. ¡Hala Madrid!

4 comentarios

Archivado bajo realmadrid2010-2011

4 Respuestas a “Entre la impotencia y el tedio.

  1. Berri

    «Una: el mediocampo titular del Madrid, a pesar de sus defectos, no tiene recambio. Y dos, no sólo no tiene recambios sino que le falta un tercer hombre. Alguien con capacidad para el ofrecimiento, la conservación y la movilidad.»

    «Es lo que nos separa del Barcelona, y no el tikitaka. Movilidad y creación dinámica de espacios. El Barcelona –amén de la superioridad con Alves de interior- duerme la jugada hasta que acelera en tres cuartos con una movilidad continua entre Pedro, Messi, Villa e Iniesta. El tikitaka under ¾ no es el problema ni el debate, sí la fase ofensiva. Eso le falla a este joven equipo. Repetimos: movilidad, creación dinámica de espacios y utilización de segunda línea.»

    El tikitaka se basa en el rondo. Lo que llaman «madurar la jugada», es, sin más, esperar a que el rival salga de la cueva en una presión infructuosa para generar espacios entre el centro del campo y la defensa. Muchas veces el tikitaka no busca la porteria, ni siquiera superar líneas. Sólo buscan superioridad en zona de 3/4. Así consiguen innumerables goles. La segunda fase del «tikitaka» es toque y desmarque, toque y movimiento, toque y desmarque. Ejemplo el primero del Barsa el otro día.

    La movilidad es necesaria para crear huecos en defensas estaticas. El actual Madrid, en muchas fases me recuerda al sobeteo del balón infinito de la etapa del Bosquiana. Se tocaba con un mimo, una calidad y una buen hacer asombroso en un palmo de terreno rodeado de contrarios, pero sin que el sobeteo persiguiese el objetivo que debe presidir toda posesión de balón: la porteria, generar una ocasión de peligro.

    Primero, el esquema no me gusta. Segundo, hay que moverse a un 4.3.3. De arriba me sobra uno o bien lo retrasas Ozil al ladito de Alonso, o bien pones a Granero o Canales o quién quiera que tengamos ahi. Tercero, no me gusta el 4-2-3-1, porque no existe más que sobre el papel. Hay un 4-2-1-3 o un 4-2-4. Jugadores comprometidos con la recuperación de balón hay 6. En todo el partido, comentaba un compañero que Di Maria, Kaka (Ozil), Benzema y Ronaldo, recuperaron de 2 a 4 balones. Eso quiere decir que el resto, tuvo que recuperarlos los otros 6. Mal reparto de trabajo en fase defensiva. Se noto la superior aportación defensiva de Ozil (que hizo tres timidas presiones) a la nula o negativa de Kaká a su trote cochinero.

    En fase ofensiva las posiciones son demasiado estaticas, Benzema de referente, Ronaldo anclado en banda izquierda y Di Maria en la derecha más el 10 que resulte pidiendo en corto, largo o arrastando, muchas veces duplicando desmarque de arrastre con Benzema. Mala cosa. Embudo y falta de movilidad. Ningún automatismo perceptible. Habría que ensayar, como si de futbol sala se tratase, una rotación normalita de Alonso al 9, que devuelve al 10, iniciando desmarque de ruptura hacia la banda de Ronaldo, y Ronaldo a la carrera al hueco que deje el 9, y Di Maria pidiendo en corto o espalda. No todo se puede pedir a la creatividad de jugadores que son intelectualmente poco dotados, y que la mayoría de ellos son puramente individualistas, como para pedirles que busquen una solución colectiva a un problema colectivo.

  2. J

    He podido leer solo por encima porque estoy en el curro, pero a grosso modo estamos muy de acuerdo en casi todo. Enhorabuena, no estàs equivocado 🙂

  3. Berri

    Te planteo un tema… Los extremos a pierna cambiada son positivos por dos aspectos: a) porque salen hacia su pierna buena y potencian el tiro. y b) porque con laterales largos generan superioridad por el centro. Y negativos porque el extremo tiende siempre, al jugar en posición no natural, a repetir el mismo regate y a tirar la diagonal, con lo que no alcanza la línea de fondo.
    El punto a) podría ser cierto en el caso de Ronaldo que tiene buen tiro, pero no en Di Maria. Como ya conocen el ansía de tirar siempre y desde cualquier posición sin buscar otra jugada de Ronaldo, tapan esa posibilidad, se pierde el efecto sorpreso y por ende, el aspecto positivo. Di Maria como tiene el mismo tiro que yo, flojo como el abanicar de las alas de una mariposa, sólo es positivo porque abre el angulo de pase para dar la asistencia. Como Ronaldo tiene un mal regate (siento es mi opinión) y buen tiro y di Maria tiene un buen regate pero un mal tiro, las defensas acaban pillandoles el tranquillo a ambos. Y nuestros laterales soló abren campo cuando el embotellamiento es mayúsculo.
    Otros extremos que tienen buen regate, tiro y asistencia pero que no estan limitados a uno solo de ellos funcionan mejor. Tipo Ribery, Robben, Messi (cuando jugó en esa posición).
    Además, como nuestros laterales, el único decentemente ofensivo es Marcelo que prefiere, siendo zurdo, tirar la diagonal… ¿No sería más positivo jugar con los extremos con salida hacia su pierna natural? Todo esto surge al ver a Di Maria como baja sus prestacciones en la derecha, que se aturulla, se tropieza, es torpe y lo que es capaz de hacer en la izquierda. Desborda, rompe al defensa, llega a la línea de fondo y centra, pase de la muerte, etc…

    en fin, una idea.

  4. Sí, tienes razón y me alegra no ser el único que se lleva las manos a la cabeza con la rigidez táctica de nuestras alas.

    Yo soy muy ecléctico y me gusta el movimiento. Lo he escrito en algunas crónicas, me cansa la nula permuta entre los extremos. Además creo que el equipo ganaría mucha profundidad con CR desbordando por la derecha (à la base era un extremo) y DM por la izquierda (tiene regate, velocidad y desborde)

    En líneas generales coincido mucho contigo. Quién sabe, tal vez con Adebayor a Mou le de por jugar con dos extremos.

    Aunque no soy fan, reconozco ciertas ventajas de los extremos a pierna cambiada, pero no me gustan las cosas estáticas. No he visto a DM por la derecha en todo el año.

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