Archivo mensual: febrero 2011

Coitus… interruptus.

Martes 22 de febrero de 2011, Día D del proyecto, punto G del madridismo. Lyon, Gerland, Copa de Europa. 6, 7 u 8 años sin pasar de octavos ni ganar fuera en cruces. Luxemburgo, López Caro, Calderón, Shuster, Juande, Pellegrini, Raúl, Guti, Borja, Mejía. Toda esta pesadilla queda atrás cuando vemos a Mourinho en una rueda de prensa, bajándose del autobús o simplemente saludando a los niños Champions en el túnel de vestuarios. Tras Mourinho, un equipo joven en pos de una identidad. En el de ayer no encontramos a Marcelo ni a Benzema. Y sí a Ramos y Di María, claves de una adivinanza que entretuvo a la prensa un día entero. El dibujo fue el tradicional, y con la ausencia de Marcelo, toda la iniciativa en la primera fase de la jugada recaería sobre Alonso, con Özil y Di María como encargados del auxilio en la segunda fase. Hemos de suponer que con el 4-3-3 Marcelo habría tenido cabida en detrimento de Ramos. Lástima que Mou no se atreva, de momento, a poner a Marcelo en los días más señalados. Cada vez que el 12 blanco pase al lado del portugués en los entrenos, que le susurre “sin riesgo no hay gloria”.

En el vestuario los únicos saludos afectuosos que se vieron fueron el abrazo entre Mou y Puel y el choque de manos mega-nigga-the-wire entre Gomis y Adebayor. En el campo hacía frío pero no llovía, y el Madrid empezó tocando en rondo sin mucha convicción hasta que el balón le llegó a Pepe, que lo lanzó hacia Adebayor. “El camino más corto es la línea recta”, debe pensar el portugués. Cada vez que el Madrid avanzaba metros y perdía la posesión el Lyon salía a la contra. Definitivamente, los primeros minutos fueron del OL. Los lyoneses se soltaron con una llegada de Bastos por la izquierda y un fuera de juego de Gomis. El Real intentaba tejer en los primeros minutos, pero sin que de verdad supiéramos si ese tejemaneje y sobeteo inocuo de balón eran un plan inicial o una solución a la omnipresente presión lyonesa.

Ramos inició su particular recorrido por el partido con una amarilla a los nueve minutos. Acto seguido, Bastos, más desequilibrante que Delgado, cambió de banda esperando encontrar un maná. El Lyon dominaba los primeros compases de partido y el Real era cortocircuitado con una facilidad asombrosa. Dos factores determinantes: ausencia de Marcelo y una efectiva presión. Di María y Özil, los dos únicos hombres que adquieren (junto a Alonso) el paquete de acciones vacante de Marcelo, no acertaron a imponerse en la primera parte. El alemán se vio siempre rodeado de contrarios y el argentino sigue extraviado en un extraño vía crucis. Ha recuperado algo de frescura física, pero no esa chispa tan esperanzadora de principio de temporada.

Mourinho anotaba con devoción en una libreta que sin duda se le quedaría pequeña tras pocos apuntes: 1. Cristiano, acostumbrado en su sociedad con Marcelo a descargar a la izquierda, lanzó dos balones que eran dos contras en potencia a una pradera que Arbeloa admiraba desde lejos. Lo que confirma que aunque Marcelo no esté hecho defensivamente es muy importante ofensivamente. Bastantes minutos después, Arbeloa subió y fue obviado por hasta tres compañeros. Alonso, Özil y Cristiano debieron pensar que era mejor enfatizar por el centro antes que dar potestad a un postizo. 2. Con los laterales sin subir, Cristiano, que en la banda no era abastecido, acudió al medio y se empotró con Özil y Di María, que hizo lo mismo que el portugués. El Real era un embudo.

El partido avanzaba sin que nada significativo pasara. Nos acercábamos a la media hora y de los porteros no teníamos noticias, salvo ese trapito que Sara le prestó a Íker para que se atara al cuello, perfectamente conjuntado con botas, medias y pijama. Khedira hizo un partido correcto (y no más) en faceta defensiva, inexistente en ofensiva como acostumbra en partidos de enjundia, pero se resarció con una demostración de juego aéreo en ambas direcciones, recepcionando balones de Lloris y Casillas. Mientras lamentábamos la ausencia de Marcelo, Di María chutó a puerta por primera vez a la media hora, y poco después lo hizo Cristiano, respondiendo Lloris con ortodoxia. Ese breve asedio le dio al Madrid la iniciativa por unos minutos, que se vio interrumpida por una contra iniciada con un bonito movimiento de Gomis sobre Carvalho. Casillas salió, blocó mal y el balón terminó en corner. Primera e inquietante ocasión de los franceses. Lo mejor –y más práctico- era llegar al descanso con 0-0, que Cristiano cambiara los tacos de las botas y que Mou corrigiera los fallos de circulación. No fue una primera parte bonita, pero era lo esperado para un partido de ida de octavos. Tensión, presión, batallas tácticas, nervios, concentración defensiva…

Totus Tuus

En la segunda parte el Madrid salió más decidido. Se hizo con el control del balón y por fio algunos jugadores hicieron gala de su movilidad. El asedio teóminó resumido en dos palos, uno de Cristiano tras una falta lateral y otro de Ramos en un corner. La mejor noticia de todas fue la aparente recuperación de Di María, un jugador soberbio cuando está fino. El OL equilibró fuerzas con algunos corners consecutivos y jugadas a balón parado. Hasta que por fin, a la hora de juego salió Benzemá, ovacionado, y al minuto marcó en una jugada iniciada en la banda. Özil recorta en la frontal ante Gourcuff, combinó con Ronaldo y pasó a Benzema que leía la gestación de la jugada unos metros por detrás. El gol es agónico. Benzemá amaga, se resbala, el balón pasa entre las piernas de Lloris y Cris lo remacha. Él, respetuoso no lo festejó, pero el resto de madridistas en el mundo se fundió en un grito, “¡Gol!” Había algo de metafórico o simbólico marcando en Gerland, todo buenos presentimientos.

Para hacer justicia a Benzema, hay que remarcar que lleva una muy buena dinámica desde enero, y por fin me animo a pedir continuidad para él. Hay algo en el madridismo de tía en las rebajas; por mi parte pido perdón. Tras el gol salió Lass por Khedira,  en lo que yo creo que fue un fallo de Mou a no ser que Khedira tuviera molestias (a estas horas no lo sé). Con Lass por Di María y vuelta al 4-3-3 el Real habría cerrado este partido que iba para 0-1 de manual.

El gol aceleró a Puel y sus muchachos. El entrenador agotó cambios y los jugadores caían sobre los nuestros rebanándoles los tobillos, o eso parecía. A un cuarto de hora del final entró Marcelo y el Madrid se reposicionó en torno a un abrigado 4-4-2. Terminábamos el encuentro partidos, sólo que esta vez en un 7-3, con Di María vagabundeando entre Benze y Cristiano y los medios.  Los franceses se acercaban minuto a minuto y los nuestros no acertaban a controlar el partido, matarlo era imposible. Como si Cristiano presintiera el desastre, advirtió lleno de vehemencia los tres o cuatro metros que Pjanic o Gourcuff adelantaron el balón en una falta en tres cuartos. Cris envió el balón a Gomis, que a metro y medio de Casillas, fusiló con un soplido. El gol del OL en el 84 es un jarro de agua fría porque el Madrid había hecho el partido perfecto y necesario, el partido que exigía este momento. Serio, concentrado y eficaz. No obstante la sensación es largamente positiva. La segunda parte del desafío llegará el 16 de marzo. Mientras tanto, Deportivo, Málaga, Racing y Hércules; 12 puntos obligados antes de vestir de gala al Bernabéu en este último tercio de temporada, en el que cada día será una final. ¡Hala Madrid!

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Nos estamos haciendo mayores, chicos.

Partido en Cornellá-El Prat, el estadio español que más se parece a un campo inglés: coqueto, caliente y funcional. Además nos arbitraba Mateu Lahoz, un árbitro también de corte inglés que no interrumpe el juego cada noventa segundos. Miel sobre hojuelas. A Barcelona llegamos animados tras el tropiezo del Guaydiosla team, que se dejó dos puntos en los corrales de Gijón. Mou dejó además en el banco a Sergio Ramos en una acción sin precedentes en un entrenador blanco: la meritocracia pura y dura.  Lo demás es el equipo base de gala (con la buena noticia de la vuelta de Pepe), tal vez con la duda de Benzemá y Di María. Desde la llegada de Adebayor, nos quedamos con las ganas de ver juntos al francés y al togolés. La suplencia de Benzemá es también un pequeño handicap para el delantero que comenzó por primera vez en un año y medio a encadenar 6 partidos consecutivos dentro de una dinámica positiva. El miércoles contra Brasil volvió a confirmarlo.

Cornellá no nos recibió con aplausos, pero tampoco con piedras ni insultos, y eso es justo lo que pedimos. El estadio rebosaba con su público encendido, banderas, cánticos y pancartas. El Madrid salió con una línea adelantada y el Español ensanchando su línea para intentar tener continuidad desde abajo y desgastar al Real, pero a los dos minutos, el partido cambió por completo. En un balón largo del Español, Callejón ganó la espalda a Pepe y Casillas, que tiene un juego de pies mediocre y un saque malísimo pero por supuesto es el mejor portero del mundo, salió a por el balón con la misma tensión con la que habría salido en una pachanga. Tocó a Callejón lo suficiente como para que el jugador rodara y se fue a la calle.  Pregunto, si el equipo sale con una línea adelantada, ¿no debería el portero estar al menos 5 metros más adelantado de lo normal?

El cambio estaba cantado, Di María fuera (que a la postre descansaría el partido entero), Adán dentro (otra decisión de Mourinho a aplaudir) y el 4-2-3-1 se convirtió en un 4-4-1 o 4-3-2 en función del momento. Özil interior derecho, Cristiano a la izquierda, Adebayor punta. Ahora, si algo bueno tiene haber jugado los últimos 7 años con 10, es que el equipo está más o menos habituado a este tipo de situaciones. La única diferencia ayer era la ausencia de palmas. La expulsión, por tanto no amedrentó a nuestros hombres. Nada más lejos de la realidad. El equipo subió un grado su concentración defensiva y varios puntos el derroche físico.

Tras la expulsión Khedira tuvo dos oportunidades, un remate de cabeza y un disparo desde lejos que rebotó en Kameni. Al jugar con uno menos, se adivinaba en el equipo cierto apresuramiento, a la mínima oportunidad, se chutaba. Marcelo tocó el larguero con un tiro con la derecha. Toda retórica desapareció del juego blanco, aperturas a un toque a Cristiano y balones largos a Adebayor, que cuajó otro interesante partido desahogando a sus compañeros e incomodando a los rivales. Como diría Lillo, “Adebayor es un posibilitador de posibilidades”. Lástima que luego fallara cuatro goles cantados. Habría sido un partido antológico.

La expulsión condicionó positivamente a los nuestros con una excelente concentración, pero en el otro lado mirábamos incómodos el reloj, apenas 16 minutos. ¿Hasta cuándo aguantaríamos? A partir de los ¾ nunca teníamos hombres, o sólo Adebayor y Cristiano con 55 metros por delante. Hasta que en el 24, con prácticamente todos los protagonistas del partido concentrados en una jugada, el Madrid consiguió el primer y único gol del partido. Adebayor baja un balón escupido por Adán, Özil no acierta con el control, pero el balón vuelve a él, descarga en Cristiano que aguantó hasta ceder a Marcelo y este, en el único fallo de la noche de Kameni, hizo el 0-1. Marcelo lo festejó con júbilo y alegría yendo a buscar agua al banquillo. Mou, profundamente enamorado, le dedicó esa mirada que GesiOH! dibujó unos meses antes. Felicidad blanca.

En los movimientos defensivos el principal marrón recayó en Özil que ‘dobló’ sus funciones, haciendo de Di María en fase defensiva incrustado en el interior derecho ayudando a Arbeloa y de él mismo en ataque. A partir del gol el Madrid se estabilizó y el Español pasó a dominar la pelota, pero no el partido, ya que el equipo blanco disponía de alguna contra o jugada peligrosa. Minutos después, Özil aguanta un balón en el medio y pasa a Marcelo que se la da a Cristiano y aguanta hasta que el brasileño finaliza la jugada con un tiro que tampoco puede blocar Kameni. Cristiano a pase de Adebayor y Adebayor a pase de Cristiano completaron las visitas ofensivas del equipo antes del descanso.

Alonso también aportó con un precioso pase largo a Adebayor que le dejó delante de Kameni. Nuestro nigga en vez de chutar se puso a bailar un baile togolés frente al portero y aún así el balón tocó el larguero. El partido terminó con el Madrid volcado sobre el Español y firmó una impresionante primera parte. Menciones especiales para Pepe, Özil, Cristiano y Marcelo, seguidos de Adebayor y Arbeloa que con otro recio partido no hace sino postularse como lateral derecho titular delante de las putas narices de Ramos. Así de crudo, así de claro.

En el inicio de la segunda parte el guión de los primeros minutos quedó patente con sólo un vistazo.  El Español llevaría la iniciativa, el Real aguantaría y haría de los balones largos hacia la torre de Adebayor o la pradera de Cristiano un lugar perfecto para deshacerse de los jóvenes y correosos peones blanquiazules. En una jugada preciosa, Alonso encontró en una diagonal a Özil, que dejó elegantemente hacia atrás la pelota al togolés con medio campo por delante. La jugada no salió. Desde fuera llamaba la atención que el Español no lograra imponer un ritmo que incomodara al Madrid siendo como son públicos y conocidos sus puntos más débiles. Sin embargo, le tendió la mano al Madrid en un correcalles que sólo beneficiaba a los blancos.

Si hay un equipo en el mundo que cuenta con futbolistas proclives por sus características al correcalles y se encuentra cómodo en los partidos con altas cargas emocionales, es el Real Madrid. Jugadores que se ven despojados de las pesadas tareas tácticas y armónicas y no hacen sino reforzar su juego anárquico, poderoso, vertiginoso, salvaje: Marcelo, Cristiano, Pepe…

Fue precisamente Cristiano uno de los más beneficiados del erróneo planteamiento españolista. Con más espacios, más verde para él y menos compañeros cerca, hizo su juego. Pura potencia, puro Cristiano. Una vez que el Real comprendió que era capaz de hacer frente al anodino planteamiento del Español  comenzó a subir su apuesta, no sin correr algunos riesgos, como un fuera de juego de Callejón que no era y la expulsión de Alonso.

Hasta la hora de juego el Madrid llevó un partido relativamente cómodo. A partir de ahí entramos en una dinámica algo peligrosa. Ya no llegábamos arriba y el Español ganaba metros haciendo que viéramos más y más a nuestra pareja de estibadores portugueses. Carvalho apareció poco, pero siempre bien, con oficio por arriba y soberbio en los cruces. Como Pepe. El Doctor Bruce Banner fue otro de los jugadores que fue haciéndose un hueco entre los protagonistas del partido cuando sus compañeros más le necesitaban. Quiero pensar que el portugués se ganó al menos una buena impresión del Faraón. Perfecto al cruce, corte y en las pérdidas de tiempo.

Los esfuerzos de Özil y Cristiano en pos de ese estable 4-4-1 defensivo eran cada vez más prolongados y el equipo comenzaba a pedir un cambio como quien pide un vaso de agua en el desierto. Mourinho, sin esa chabacana braga de Adidas y diría que con el pelo corto parecía un diplomático en el banquillo y miraba al campo haciendo cábalas. A él le hubiera gustado cerrar el partido con un 0-2 antes de dar entrada a Lass. Tardó el Madrid casi un cuarto de hora en crear una ocasión clara. Cristiano se la dejó a Adebayor para empujar, y con todo lo largo que es el togolés, no llegó. Minutos después, por fin respiró el equipo con Lass en lugar de nuestro futuro y kherido 1Ö.

Los minutos de la basura sólo sirvieron para que dos fallos clamorosos de Adebayor empañaran su buen partido. Se marchó minutos después dejando la plaza a Ramos, que jugó de interior por delante de Arbeloa lo que quedó de partido. Lass por delante de Marcelo y la pareja Alonso – Khedira por el medio. Adán por su parte cuajó un partido sobrio a pesar de los nervios y no tuvo excesivo trabajo, en una buena sociedad a distancia con nuestro nigga madafaka’. Seguro que a alguno le tienta que Casillas pruebe un poco de la medicina Ramos. Al menos es segura su presencia contra el Levante.

El Madrid se encontró ayer de forma involuntaria con otra prueba superada y sigue avanzando enteros a una buena velocidad en su recuperación psicológica y emocional en el inicio del último tercio de la temporada. Semifinales de Copa, victoria con 10 desde el minuto 2. Sólo queda una semana para la prueba definitiva.

PD, esta vez no hay versión corta para Raymond K y acólitos. Os jodéis y la leéis entera.

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Mou tenía razón: con 23 piernas se juega mejor.

Partido en el Bernabéu contra la Real Sociedad de unas claras connotaciones administrativas. Durante la semana se mascaban cambios en el equipo tras el partido copero, y del equipo mañanero que anunciaba Indacente reincidiendo en el once básico tras haber eliminado al Sevilla, sólo podía esperarse una equivocación. Efectivamente, Lass, Kaka’lderón y Adebayor entraron en el once por Khedira, Di María y Benzemá. Granero se quedó en la grada. Los que esperábamos descanso para Di María y Cristiano, a Granero acumulando minutos y confianza en el medio y ver a Adebayor de referencia arriba y a Benzemá barriendo los espacios creados por el togolés, nos quedamos con las ganas.

Pero al menos nos llevamos la alegría de ver de titular a Garay, un central con buena proyección y ligeramente infravalorado en el reparto de minutos en esta temporada y que tras el traspaso de David Luiz al Chelsea adquiere –o debería- una mayor relevancia en esta plantilla de cara al futuro inmediato. Comenzamos con Özil a la derecha y Kaka’ en la zona central pero jugando unos metros más por debajo de lo que lo hace el alemán para recibir y colaborar en la descongestión de Alonso, y ayudando a fijar a Lass en su puesto y funciones específicas.

La influencia de Marcelo en este equipo es grande que los primeros minutos del Madrid fueron fluidos y volcados a la izquierda, como los discursos de Pepiño Blanco. Poco tardó el Madrid en desvirgar la red txuriurdin. En el minuto siete Kaka’ en su mejor versión marcó llegando desde atrás tras un rechace en el área después de una inteligente subida de Arbeloa, bien compenetrado con Özil. El brasileño se sumó a la moda de celebrar el gol haciendo un gestito con las manos. Se sospecha que la dedicatoria era para Florentino, el único benefactor irracional que le queda en el club.

Luego, para compensar el llevarnos la primera alegría tan pronto, Casillas protagonizó el gag tonto de la noche y casi nos cuesta un gol. Tras ver en el partido anterior cómo Cech salió casi hasta el medio campo con el balón controlado y sin rifarlo diré que Casillas a lo mejor es el mejor portero del mundo, pero desde luego no es el más completo. El partido de desarrollaba con una facilidad pasmosa, gracias a dos variables, una externa y otra propia. La Real es un no-equipo que no puso ninguna resistencia táctica ni física, como si jugara en el Mein Kampf.  De nuestro lado señalaré a tres hombres que desde sus posiciones fijaron y dieron consistencia y solidez a todo el equipo: Kaka’, Adebayor y Garay, las tres novedades.

Con Kaka’ unos metros más abajo (y de forma más natural) que Özil (una posibilidad más en la derecha) el Madrid creó una superioridad numérica con la que era muy fácil jugar cómodo y rápido en el campo de la Real. Lass fijo en sus funciones y sin recibir presión alguna de la Real, más Alonso, Özil y un sorprendente Kaka’ versátil y funcional es lo más cercano que hemos estado del concepto del tercer volante sin tener que pasar al 4-3-3. El juego de la Real, contemplativo y pacífico nos ayudó sobremanera a ver por primera vez en mucho tiempo 45 buenos minutos del brasileño muy bien integrado en la asociación entre Özil, Alonso y Cristiano.

Las otras buenas noticias llegaban a cargo de Adebayor y Garay. Antes de que se cumpliera el primer cuarto de hora, Adebayor ya nos había mostrado un completísimo catálogo de habilidades. Arriba fijó la atención de centrales y tapones vascos dejando al resto de compañeros una agradable superioridad numérica en la zona de tres cuartos. La presencia del togolés posibilitó, por fin, la apertura de una nueva variable inerte durante todo el año, la segunda línea de llegada: Kaka’ y Cristiano jugaron un tiempo comodísimos. También cayó a banda en asociaciones verdes aún pero prometedoras con Marcelo y Özil. En el fondo del campo, Garay encontraba rápidas conexiones con cualquiera de los medios blancos, y en todo el partido sólo dio un balonazo en largo, ante la inmovilidad de Marcelo y Lass para ofrecerle un apoyo. Además se mostró hábil en el corte.

El equipo funcionaba bien, en un bonito ejemplo de geometría animada y en nada quedaban los desesperantes gestos de Cristiano cada vez que perdía un balón. Antes de la media hora, una jugada iniciada por Alonso y de combinaciones rápidas entre Kaka’ y Cristiano le permitió marcar el segundo al portugués, que en la frontal del área se quedó navegando sólo en aguas sin jurisprudencia tras el arrastre del brasileño. Con el panorama despejado, recorte y bello zurdazo seco al primer palo. El equipo se mostraba dulce y armonioso, recuperando la versión 1.0 de la primera parte de la temporada. Gracias a las aportaciones de Adebayor en el frente, descubrimos además a un nuevo Cristiano más liberado y más Cristiano, que nos deleitó con una preciosa espaldinha aunque no valiera. El equipo seguía con velocidad constante y rítmica y la movilidad de sus hombres de ataque y las tareas de fijación reposaban en un perfecto equilibrio.

El mejor ejemplo de la armonía global era que dos entes extraños como Lass y Kaka’ no solamente estaban perfectamente integrados en el equipo sino que además jugaron bien. Señalo por segundo partido consecutivo a Arbeloa, que en pos de su coronación definitiva tuvo alguna oportunidad que no aprovechó. En cualquier caso cumplió de sobra sus funciones básicas, inteligente en sus movimientos, en forma y con la confianza del entrenador. Tapó al talento donostiarra Griezmann, que anoche “no fue nada del otro mundo” y se incorporó con criterio al ataque llegando a poner varios centros aceptables, apoyando la construcción de la jugada desde el interior, etc.

Lo que a principio de temporada parecía una utopía va tomando cuerpo poco a poco a la misma velocidad que se asienta en el once tipo del portugués.  En un club serio el estado de forma de Arbeloa sería interpretado como una amenaza para Ramos, pero todos sabemos que en este club y en esta particular causa perdida, la buena forma de Arbeloa sólo perjudica a Albiol, Garay o al propio Arbeloa, nunca a Ramos. De vuelta al futbol, Adebayor enganchó un pase de Alonso desde el medio en lo que será otra opción más para llegar al gol. Si con Cesc marcó varios goles así, no deberíamos descartar que de esta asociación llegue algún gol más pronto que tarde. La siguiente gran oportunidad corrió a cargo de Cristiano, que a punto estuvo de marcar con una bonita espuela.

En los movimientos defensivos del equipo, Kaka’ permanecía paralelo a Lass y Alonso. A principio de temporada Mou dijo en una entrevista que no puedes jugar igual si en un equipo tienes a Drogba y Cech y en otro a Casillas e Higuaín. Bobongo debió escuchar esas declaraciones con atención este verano, y resultó extremadamente cómico ver al togolés bajar 15 metros al medio campo a amortiguar un pase de Casillas ante la imposibilidad del mejor portero del mundo, (pero no el más completo) de poner un balón en los tres cuartos del campo. Kaka’ seguía inteligente haciendo las funciones que llevamos reclamando a ese bucólico e imaginado tercer volante desde el mes de enero. Polivalente y multidisciplinar apoyó a Alonso, se asözió con el alemán, llegó y marcó desde la segunda línea.

En las llegadas más peligrosas de la Real, Alonso incrustado entre los dos centrales y Lass de pivote aumentaban seguridad central y evitarían las incorporaciones secundarias de los vascos. En cualquier caso, nada de eso ocurrió. Defender más y mejor agrupados (4-4-2) le dio más seguridad al equipo en el repliegue. Salvando la cantada del principio no vimos el pijama (de dormir) de Casillas hasta el minuto 40. Buenas noticias. En el final de la primera parte el Madrid aumentó la intensidad y estuvo a punto de marcar en un par de ocasiones, hasta que Cristiano tras un remate tan académico como el centro de Özil que le precedía hizo el 3-0. Cristiano lo celebró de rodillas, con cara de rabia y llevando los brazos con indignación  hacia sí mismo, como si tuviera a D’Alessandro o al Lobo Carrasco encima. Me adelanto al futuro y rompo una lanza por Özil, al que ni Agüero, ni Rooney ni nadie puede quitarle el 10 la próxima temporada. En ocho meses atesora mérito, cariño y antigüedad.

Con el partido absolutamente finiquitado y resuelto el Madrid siguió en la segunda parte con la misma dinámica y en un centro de Arbeloa nada más empezar estuvo el 4-0. Tres minutos después Cristiano escorado a la izquierda cruzó el balón demasiado para la portería y demasiado poco para Adebayor, que llegaba con el machete entre los dientes preparado para rebanar cuellos. El Madrid antes de que el partido entrara en una irrevocable fase muerta se dio el gusto de seguir jugando bien aún unos minutos; rápido y ágil, alternando el juego a un toque en el medio gracias a la nula oposición de la Real. Kaka’, otra vez en su sitio, envió la bola al larguero, Alonso acumuló una estúpida amarilla y a partir de ahí el partido llevaba a la disyuntiva de parar el choque y bajarlo de revoluciones o intentar seguir llegando y jugando con cierta intensidad a pesar del cansancio acumulado.

A la hora se fue Kaka’ (inexplicablemente entró Di María) y minutos después Carvalho abandonó el estadio entre una ovación para dejar sitio a Albiol. Entre el carrusel de cambios marcó Arbeloa en propia meta tras un rechace de Casillas y con 10 minutos para el final oficial del partido Canales entró al campo por Özil. El estadio, como no podía ser de otra manera se derrumbó en una bochornosa ovación pipera hacia el joven Canales que debería haber aprovechando con todo el tiempo que ha estado sentado este año para saber si quiere ser un Guti o un futbolista de época. El cambio resultó representativo pues el cántabro salió por Özil un jugador que sospechábamos tendría corte de artista y sin embargo es más competitivo y fuerte de lo que nos muestra su percha. El gol de Adebayor llegó al final tras un muy buen debut en el Bernabéu. Al togolés le llegó un balón de Di María desde la frontal controló de forma soberbia y fusiló sin piedad pero con intención al segundo palo donde no pudo llegar Bravo.

El equipo tras la final de Copa y el buen juego desplegado hoy recobrará sin duda algo de moral. Sin embargo, gracias a los vergonzosos amistosos de la putas selecciones casi todos nuestros hombres no abandonarán una dinámica física algo agotadora hasta el cruce contra el OL. Esperemos que las (putas) selecciones no nos lesionen a nadie y que el equipo pueda permitirse algunas rotaciones para que unos cojan confianza, y otros descanso en partidos contra Español y Levante antes de la cita definitiva: Gerland.

Versión corta para Raymond K.: El Madrid ganó a la Real jugando bien.

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El primero de tres pasos.

Tras la función a las 20:00 en Almería de los enanos frikitakeros y Bojan, todo el mundo giró su cabeza hacia el único cuadro del torneo en el que había tensión y cierta competitividad. El grupo de las bolas calientes. Real Madrid y Sevilla buscaban sitio en la final tras apear a Atlético de Madrid y Villarreal.

Mourinho debió pensar que el partido tenía menos dificultad de lo que dictaba el guión y prefirió perseverar con su método a pesar de los riesgos conocidos y evidentes para todos a estas alturas del año. No cambió el dibujo para oxigenar a un equipo cansado y nos quedamos sin ver a ese tercer hombre a cambio de la enésima puesta en escena de un Di María desfondado y mauthauseniano.

Los ultras mostraron un mosaico con un mensaje un poco rancio e institucionalizado: lucha, casta y honor, como si estuviéramos en campaña electoral. El mensaje acertado hubiera sido: con dos cojones y a muerte.

El campo lucía con resplandor, iluminado con esos focos brillantes y un verde casi fosforito. Mou silbaba el himno del centenario, como es él, sin afeitar, con esa braga de Adidas sobre traje y abrigo y con un pelo largo y unas patillas desdibujadas, preparado para el combate.

Malas noticias. Nada más empezar, en el primer minuto, había más de dos franjas de terreno de distancia entre los dos medios y los cuatro atacantes, obstinados en una presión inútil con un océano a sus espaldas.

El partido, por supuesto respiraba tensión en los gestos de algunos jugadores, Navarro, inexplicablemente insidioso y cuasiviolento le negó un balón de banda a Ramos nada más empezar.

Nuestros hombres, liderados desde la cueva por Albiol y Carvalho adelantaron en algunas fases del juego la línea defensiva casi hasta el semicírculo central. Tiró primero el Sevilla pero nosotros dimos antes al palo, con un tiro del Fideo que luego Benzemá -en lo que sería un catálogo de hasta cuatro despropósitos- no acertó a meter.

Di María y Cristiano, atados con cadenas imaginarias a sus posiciones de interior – extremo, colaboraban como podían. El argentino se coloca en las fases ofensivas de interior, pero no encuentra desdoble en su lateral y el movimiento queda huérfano de lógica, y sobre todo de utilidad, quedando Ángel dando vueltas como una peonza. El balón vuelve a Xabi, a Ramos o traza una diagonal aérea hacia Cristiano o Benzemá.

Cinco minutos tardó Khedira en hacer una de sus múltiples y diversas apariciones durante todo el partido. Carvalho avanza ante la fijación de los medios andaluces en Alonso y Özil, el balón llega al alemán, luego rebota en el tobillo de Benze, y finalmente se pierde por la izquierda.

El juego era ágil y rápido en los primeros minutos, como si el equipo quisiera recuperar su versión 1.0, pero tras el no-gol de Negredo el ritmo se enfrió. A partir de ahí, muchísimos detalles aislados, y muy poca continuidad.

Señalaré el aumento de intensidad de Benzemá, sus movimientos de arrastre posibilitando algunas incorporaciones de Di María, el juego entre límeas de Kanouté, y sobre todo, el crecimiento de Özil partido a partido. Daba la impresión al inicio del año de ser un jugador de calidad y blando, pero sospecho que es más tenaz y competitivo de lo que parece.

No habíamos llegado al primer cuarto de partido y el juego del Madrid estaba tan farragoso como de costumbre en estos últimos tiempos. Con Alonso bloqueado en la cueva y Khedira sin autonomía ni coraje para crear ni distribuir, Cristiano, Özil y Di María quedaban estáticos en su búsqueda del balón, muerte por asfixia.

A falta de un delantero y a pesar de los intentos de Benzemá, cada día más involucrado, los balones aéreos tenían como objetivo a Khedira, con la misión de hacer una apertura rápida a banda (izquierda, Cristiano) y desde ahí buscar la diagonal a Benzemá.

En lo que queda de primera parte, poco que contar y mucho que lamentar. La mitosis ofensiva del Madrid no está nada madurada y se limita a un sencillo mecano relativamente fácil de detectar y desactivar. La metafase se desenvuelve en un pesado juego de pase inocuo entre los centrales y Alonso. Si el balón le llega a Di María  o Cristiano, Di María gira o lanza una diagonal de veinte metros, si le llega a Cristiano, busca a Benzemá. Si el balón llega a Özil, aleluya, factor sorpresa.

El tacticismo del Sevilla daba sus frutos en el bloqueo a Alonso, pero permitía que hasta Ramos, una vez memorizados los movimientos, pudiera apoyar con comodidad desempañando una función postiza de interior en fases muy concretas.

En el otro lado, no vimos prácticamente nada a Navas, por lo que no nos queda más remedio que felicitar a opositor y aprobarle un par de asignaturas. Con el partido de ayer, Arbeloa define sus funciones y se gana definitivamente un hueco en el corazón de Mourinho, ese Edén.

Otra de las ventajas de los corsés tácticos demasiado ajustados es que cuando se suelta una hebilla se deshace entero sin dificultad. A la media hora, Di María recorrió 30 metros solo y la jugada casi termina en algo interesante.

Más acciones a señalar: en 5 segundos y 50 metros se encuentran Özil, Benzema y Di María lanzando una contra a un toque o dos. Cristiano falla y se queda en fuera de juego lamiéndose las heridas mientras Özil prosiguió la jugada. ¿Cómo es posible que un tío que promedia un gol por partido nos ponga nerviosos? Con gilipolleces como éstas.

Arbeloa subió dos veces en la primera parte. En la segunda, Benzemá (creo) arrastra a Cáceres y de esa excelente sincronía el maño le  puso un balón con el exterior a Cristiano. El portugués aún tuvo otra oportunidad para marcar, pero ayer falló todo lo que se propuso.

La segunda parte empezó extraña, con Khedira haciendo aspavientos con los brazos como si pidiera el cambio, y Benzemá yéndose de sí mismo por la línea de fondo.

El Sevilla sin embargo fue cogiendo el pulso al partido y llegó a la última media hora sin que el Real lo tuviera hecho y ellos perdido. Los sevillanos ganaban palmo a palmo cada vez más superficie blanca.

Entre el juego de pie de Casillas, desastroso una noche más, se coló en nuestros oídos una de las profecías de Hughes. Frotándome los ojos y subiendo el volumen escuché en el campo un terrible “hola gallinero, hola fondo sur…” No supe como reaccionar, y Cristiano tampoco, sin una sola acción acertada en su haber en todo el partido.

El Madrid, cómodo en su rol y jugando con el resultado de la ida, dejaba a Alonso los envíos certificados a los delanteros madridistas. Si no era por pase largo del vasco, era con una contra a cargo de Özil, Di María, Cristiano o Benzemá. Así sumamos varias ocasiones, casi una por minuto: un tiro de Di María, otro de Cristiano, un centro de Özil que Benze desbarata, otro disparo del francés, un mano a mano de Cristiano…

A falta del “tercer hombre” y tras la cremación pública del capricho anticalderoniano de Florentino cada vez que sale al campo a hacer el ridículo, bueno o muy bueno es Benzemá, que ayer firmó otro interesante partido a pesar de los cuatro goles que ayer habría marcado Baúl. No desesperemos. Por fin en un año y medio Benzemá lleva unos partidos consecituvos aportando cosas e incrementando su aportación física y táctica. Vísteme despacio, que tengo prisa.

Con el Sevilla físicamente roto y psicológicamente no muy lejos de la fractura, el partido perdió disciplina y ganó en vértigo, ingredientes perfectos para la aparición y lucimiento de Özil. En una contra del germano, Di María culminó desbordando en la izquierda donde este año sólo le hemos visto dos veces, Auxerre y Liga contra el Sevilla. En ambas ocasiones marcó gol.

El corte en el medio era evidente y el Madrid defendía con seis, el Sevilla veía el crono correr y a medida que avanzaba el reloj más interesante se ponía el partido.

Hasta que por fin, la recompensa llegó en el minuto ochenta. Júbilo. Khedira completó una (otra) noche  imponente a las sombras y las barricadas y dio un pase a Özil que rompió la defensa sevillista en mil pedazos. Özil se presentó ante Varas y cuando todos imaginábamos el disparo, Özil amagó. Para más regocijo se besó nuestra camiseta. Desde la noche de ayer, todos sabemos quién llevará el número 10 el año que viene.

El pase de Khedira, bien si es con el partido roto y al final, donde las lagunas de concentración son más frecuentes, sumado a las incorporaciones desde segunda línea y por sorpresa hace que deseemos que Mou se fije con el alemán su proyecto personal. Sigue siendo palpable que tiene aún muchas carencias, pánico a perder el balón, poca verticalidad, a años luz del juego posicional del gran e infravalorado Mahamadou, se tira muy poco al suelo a rebañar balones (ayer una vez), etc. Mou, tienes potencial en él, desarróllalo o gástate todos los años 25 millones.

Desde el gol, nada. Partido finalizado, lesión de Sami, Adebayor, Granero, expulsión sevillista, córner en corto, Lass centra con la izquierda… y Adebayor controla con el pecho y sin saber a ciencia cierta porque en la toma televisiva no se aprecia bien, primero rebaña el cuello de Varas con el machete custeriano y luego tira o primero fusila y luego raja la carótida del portero. Custer gritó “¡Bobongo!” y nosotros “¡Custer!” Mourinho hizo el avioncito y rodó hasta los vestuarios.

Importantísimo pase a la final de Copa porque es el primero de los tres pasos que el equipo debía recorrer en su recuperación psicológica. Quedan los dos partidos contra el Lyon para fijarse un último y definitivo esfuerzo. No obstante el cuerpo técnico no debería caer en la autocomplacencia y debería tener presentes las múltiples carencias futbolísitcas del equipo independientes del factor psicológico. La recuperación de Cristiano y Di María, el blindaje ante una baja de Alonso, involucrar a resto de futbolistas emocionalmente, etc.

Por el contrario, no cerraré la crónica sin enumerar las ganancias de este cruce: solidez defensiva a pesar de todo, matiz competitivo del equipo y concentración. La Real Sociedad nos espera ya en estas semanas sin tregua. ¡Hala Madrid!

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