Tras la función a las 20:00 en Almería de los enanos frikitakeros y Bojan, todo el mundo giró su cabeza hacia el único cuadro del torneo en el que había tensión y cierta competitividad. El grupo de las bolas calientes. Real Madrid y Sevilla buscaban sitio en la final tras apear a Atlético de Madrid y Villarreal.
Mourinho debió pensar que el partido tenía menos dificultad de lo que dictaba el guión y prefirió perseverar con su método a pesar de los riesgos conocidos y evidentes para todos a estas alturas del año. No cambió el dibujo para oxigenar a un equipo cansado y nos quedamos sin ver a ese tercer hombre a cambio de la enésima puesta en escena de un Di María desfondado y mauthauseniano.
Los ultras mostraron un mosaico con un mensaje un poco rancio e institucionalizado: lucha, casta y honor, como si estuviéramos en campaña electoral. El mensaje acertado hubiera sido: con dos cojones y a muerte.
El campo lucía con resplandor, iluminado con esos focos brillantes y un verde casi fosforito. Mou silbaba el himno del centenario, como es él, sin afeitar, con esa braga de Adidas sobre traje y abrigo y con un pelo largo y unas patillas desdibujadas, preparado para el combate.
Malas noticias. Nada más empezar, en el primer minuto, había más de dos franjas de terreno de distancia entre los dos medios y los cuatro atacantes, obstinados en una presión inútil con un océano a sus espaldas.
El partido, por supuesto respiraba tensión en los gestos de algunos jugadores, Navarro, inexplicablemente insidioso y cuasiviolento le negó un balón de banda a Ramos nada más empezar.
Nuestros hombres, liderados desde la cueva por Albiol y Carvalho adelantaron en algunas fases del juego la línea defensiva casi hasta el semicírculo central. Tiró primero el Sevilla pero nosotros dimos antes al palo, con un tiro del Fideo que luego Benzemá -en lo que sería un catálogo de hasta cuatro despropósitos- no acertó a meter.
Di María y Cristiano, atados con cadenas imaginarias a sus posiciones de interior – extremo, colaboraban como podían. El argentino se coloca en las fases ofensivas de interior, pero no encuentra desdoble en su lateral y el movimiento queda huérfano de lógica, y sobre todo de utilidad, quedando Ángel dando vueltas como una peonza. El balón vuelve a Xabi, a Ramos o traza una diagonal aérea hacia Cristiano o Benzemá.
Cinco minutos tardó Khedira en hacer una de sus múltiples y diversas apariciones durante todo el partido. Carvalho avanza ante la fijación de los medios andaluces en Alonso y Özil, el balón llega al alemán, luego rebota en el tobillo de Benze, y finalmente se pierde por la izquierda.
El juego era ágil y rápido en los primeros minutos, como si el equipo quisiera recuperar su versión 1.0, pero tras el no-gol de Negredo el ritmo se enfrió. A partir de ahí, muchísimos detalles aislados, y muy poca continuidad.
Señalaré el aumento de intensidad de Benzemá, sus movimientos de arrastre posibilitando algunas incorporaciones de Di María, el juego entre límeas de Kanouté, y sobre todo, el crecimiento de Özil partido a partido. Daba la impresión al inicio del año de ser un jugador de calidad y blando, pero sospecho que es más tenaz y competitivo de lo que parece.
No habíamos llegado al primer cuarto de partido y el juego del Madrid estaba tan farragoso como de costumbre en estos últimos tiempos. Con Alonso bloqueado en la cueva y Khedira sin autonomía ni coraje para crear ni distribuir, Cristiano, Özil y Di María quedaban estáticos en su búsqueda del balón, muerte por asfixia.
A falta de un delantero y a pesar de los intentos de Benzemá, cada día más involucrado, los balones aéreos tenían como objetivo a Khedira, con la misión de hacer una apertura rápida a banda (izquierda, Cristiano) y desde ahí buscar la diagonal a Benzemá.
En lo que queda de primera parte, poco que contar y mucho que lamentar. La mitosis ofensiva del Madrid no está nada madurada y se limita a un sencillo mecano relativamente fácil de detectar y desactivar. La metafase se desenvuelve en un pesado juego de pase inocuo entre los centrales y Alonso. Si el balón le llega a Di María o Cristiano, Di María gira o lanza una diagonal de veinte metros, si le llega a Cristiano, busca a Benzemá. Si el balón llega a Özil, aleluya, factor sorpresa.
El tacticismo del Sevilla daba sus frutos en el bloqueo a Alonso, pero permitía que hasta Ramos, una vez memorizados los movimientos, pudiera apoyar con comodidad desempañando una función postiza de interior en fases muy concretas.
En el otro lado, no vimos prácticamente nada a Navas, por lo que no nos queda más remedio que felicitar a opositor y aprobarle un par de asignaturas. Con el partido de ayer, Arbeloa define sus funciones y se gana definitivamente un hueco en el corazón de Mourinho, ese Edén.
Otra de las ventajas de los corsés tácticos demasiado ajustados es que cuando se suelta una hebilla se deshace entero sin dificultad. A la media hora, Di María recorrió 30 metros solo y la jugada casi termina en algo interesante.
Más acciones a señalar: en 5 segundos y 50 metros se encuentran Özil, Benzema y Di María lanzando una contra a un toque o dos. Cristiano falla y se queda en fuera de juego lamiéndose las heridas mientras Özil prosiguió la jugada. ¿Cómo es posible que un tío que promedia un gol por partido nos ponga nerviosos? Con gilipolleces como éstas.
Arbeloa subió dos veces en la primera parte. En la segunda, Benzemá (creo) arrastra a Cáceres y de esa excelente sincronía el maño le puso un balón con el exterior a Cristiano. El portugués aún tuvo otra oportunidad para marcar, pero ayer falló todo lo que se propuso.
La segunda parte empezó extraña, con Khedira haciendo aspavientos con los brazos como si pidiera el cambio, y Benzemá yéndose de sí mismo por la línea de fondo.
El Sevilla sin embargo fue cogiendo el pulso al partido y llegó a la última media hora sin que el Real lo tuviera hecho y ellos perdido. Los sevillanos ganaban palmo a palmo cada vez más superficie blanca.
Entre el juego de pie de Casillas, desastroso una noche más, se coló en nuestros oídos una de las profecías de Hughes. Frotándome los ojos y subiendo el volumen escuché en el campo un terrible “hola gallinero, hola fondo sur…” No supe como reaccionar, y Cristiano tampoco, sin una sola acción acertada en su haber en todo el partido.
El Madrid, cómodo en su rol y jugando con el resultado de la ida, dejaba a Alonso los envíos certificados a los delanteros madridistas. Si no era por pase largo del vasco, era con una contra a cargo de Özil, Di María, Cristiano o Benzemá. Así sumamos varias ocasiones, casi una por minuto: un tiro de Di María, otro de Cristiano, un centro de Özil que Benze desbarata, otro disparo del francés, un mano a mano de Cristiano…
A falta del “tercer hombre” y tras la cremación pública del capricho anticalderoniano de Florentino cada vez que sale al campo a hacer el ridículo, bueno o muy bueno es Benzemá, que ayer firmó otro interesante partido a pesar de los cuatro goles que ayer habría marcado Baúl. No desesperemos. Por fin en un año y medio Benzemá lleva unos partidos consecituvos aportando cosas e incrementando su aportación física y táctica. Vísteme despacio, que tengo prisa.
Con el Sevilla físicamente roto y psicológicamente no muy lejos de la fractura, el partido perdió disciplina y ganó en vértigo, ingredientes perfectos para la aparición y lucimiento de Özil. En una contra del germano, Di María culminó desbordando en la izquierda donde este año sólo le hemos visto dos veces, Auxerre y Liga contra el Sevilla. En ambas ocasiones marcó gol.
El corte en el medio era evidente y el Madrid defendía con seis, el Sevilla veía el crono correr y a medida que avanzaba el reloj más interesante se ponía el partido.
Hasta que por fin, la recompensa llegó en el minuto ochenta. Júbilo. Khedira completó una (otra) noche imponente a las sombras y las barricadas y dio un pase a Özil que rompió la defensa sevillista en mil pedazos. Özil se presentó ante Varas y cuando todos imaginábamos el disparo, Özil amagó. Para más regocijo se besó nuestra camiseta. Desde la noche de ayer, todos sabemos quién llevará el número 10 el año que viene.
El pase de Khedira, bien si es con el partido roto y al final, donde las lagunas de concentración son más frecuentes, sumado a las incorporaciones desde segunda línea y por sorpresa hace que deseemos que Mou se fije con el alemán su proyecto personal. Sigue siendo palpable que tiene aún muchas carencias, pánico a perder el balón, poca verticalidad, a años luz del juego posicional del gran e infravalorado Mahamadou, se tira muy poco al suelo a rebañar balones (ayer una vez), etc. Mou, tienes potencial en él, desarróllalo o gástate todos los años 25 millones.
Desde el gol, nada. Partido finalizado, lesión de Sami, Adebayor, Granero, expulsión sevillista, córner en corto, Lass centra con la izquierda… y Adebayor controla con el pecho y sin saber a ciencia cierta porque en la toma televisiva no se aprecia bien, primero rebaña el cuello de Varas con el machete custeriano y luego tira o primero fusila y luego raja la carótida del portero. Custer gritó “¡Bobongo!” y nosotros “¡Custer!” Mourinho hizo el avioncito y rodó hasta los vestuarios.
Importantísimo pase a la final de Copa porque es el primero de los tres pasos que el equipo debía recorrer en su recuperación psicológica. Quedan los dos partidos contra el Lyon para fijarse un último y definitivo esfuerzo. No obstante el cuerpo técnico no debería caer en la autocomplacencia y debería tener presentes las múltiples carencias futbolísitcas del equipo independientes del factor psicológico. La recuperación de Cristiano y Di María, el blindaje ante una baja de Alonso, involucrar a resto de futbolistas emocionalmente, etc.
Por el contrario, no cerraré la crónica sin enumerar las ganancias de este cruce: solidez defensiva a pesar de todo, matiz competitivo del equipo y concentración. La Real Sociedad nos espera ya en estas semanas sin tregua. ¡Hala Madrid!
¡Excelente crónica! Manera muy bonita de describir el partido desde tus ojos, me emocioné, lo admito. Me declaro seguidora de tu manera de relatar. Hala Madrid. Y sí, «Habemus 10 para varios años» Un número bien respaldado por el alemán que ya huele a «Balón de Oro».
Gracias Antonella. 1özil.
Muy bien, Jarroson, como siempre. Es importante que cuaje Khedira porque a día de hoy me da que Javi Martínez le saca algo más que una cabeza.
Gracias, Le Top .
Sí, seguramente. Pero me da (hablo desde impresiones) que JM juega en el Bilbo en una posición mejor definida que la de SK en el Madrid.
Yo no se cómo jugaba en Alemania, pero está claro que no es un 5. Clarísimo, y es lo que le está pidiendo Mou a falta de algo mejor, que sea un 5. Lo que más me gusta y me intriga de la situación Khedira es que es un jugador con muchísimas carencias -las ha mostrado todas- y sin embargo ha hecho un año muy aceptable de debutante. Si esas carencias se pulen y mejoran, ¿frente a qué jugador estamos?
Creo que él estaría más a gusto en un 4-3-3 de interior derecho, pero bueno, como te digo son impresiones muy vagas.