Archivo mensual: abril 2011

La camorra del 0,7% frena el plan Mourinho.

Llegó el día que todos esperábamos, una posibilidad de afrontar la recuperación de un lugar legítimo en Europa; y qué mejor que hacerlo a través del cadáver caliente de ese enemigo deportivo e institucional, odioso e insoportable monstruo de siete cabezas. Mourinho, por supuesto, no cambió el dibujo que llevó a igualar primero y superar después emocionalmente al Barcelona, pero que técnicamente reportó dos empates. Todavía hay mucha distancia para jugar al Barcelona con nuestro esquema tradicional. El equipo presentaba dos incógnitas, Albiol y Özil. Albiol, que en dos partidos dio muestras evidentes de no estar en buen estado y Özil en una primera parte que se suponía hiperfísica y táctica.

El Madrid comenzó con una presión alta, y en la base de la jugada Pepe no buscaba ser apoyo para sus compañeros, ¿orden específica o defecto de la reconversión? No contar con Pepe en la base hacía más evidente la respuesta blanca: balón largo. En cualquier caso ambas posesiones eran muy cortas. Cristiano replicó enseguida el primer tiro del partido, a cargo de Xavi. El Madrid empezó en fase defensiva con un 4-4-2 con Özil y Cristiano arriba. En el Barcelona, Alves no desarrolló durante la primera parte su juego de interior, frenado tal vez por la presencia de Di María.

Sólo Keita, de vez en cuando intentaba descolgarse entre líneas. En ese caso, el Madrid respondía con Lass yéndose con el descuelgue y Özil pasando a la derecha, 4-1-4-1, ar. El estadio, desfondado anímicamente, solo nos duró dos partidos y el campo fue un foso culandra durante todo el partido. Mismo planteamiento distintas sensaciones. Cristiano demandó una presión más alta de sus compañeros. 30 segundos antes, Lass pidió que se juntaran líneas en torno a él. En esos momentos vivimos los peores momentos de la primera parte. Si bien no nos salimos del gráfico de riesgo, el Barcelona conseguía romper la línea más que de costumbre. Para colmo, Alonso -única vía posible de sustento ya que el rol de Özil es el de una mariposa que revolotea entre arbustos-, firmó un partido realmente preocupante, fallando pases simples, sin acertar en los largos, no especialmente brillante en la recuperación y superado físicamente todo el encuentro…

Di María también estuvo ausente en el duelo de navajeros con Alves. Que estuviera 20 minutos inactivo no preocupaba enormemente porque haciendo memoria podría pensarse que eran 20 minutos ahorrados para luego desbordar al lateral. Marcelo, que persiguió el balón por la línea  de fondo al menos 20 metros, obtuvo un corner en el que Di María rompió a Alves, pero no a Mascherano, que estuvo sensacional en todos los aspectos del juego, los visibles y los subterráneos. Lass, cada vez que podía dejaba la correspondencia a Xavi o Messi. En la primera oportunidad clara del partido los culandras invirtieron los papeles, MEssi filtró para Xavi, que sin ser un plusmarquista, navegó a gusto en la espalda de Albiol. Paró Casillas.

Para comenzar la jugada el Barcelona acumulaba de seis a siete jugadores en campo propio; matemática básica, solo tres o cuatro en 45 metros rodeados de blancos. El plan, aunque sin belleza, se llevaba a cabo con corrección. A estas alturas del partido, el patrón se repetía de forma automática en forma de bucle. Movimiento de balón en la base culandra, intento de ruptura de línea, recuperación blanca, contra atolondrada y/o mala gestión ofensiva. Coged el patrón y elevadlo n veces a la enésima potencia. Fin de la primera parte. Las llegadas del Madrid eran independientes al juego. Alonso botó una falta y Ramos no llegó. Valdés hizo un excelente partido con el pié.

El partido cambiaría por completo tras la expulsión de Pepe, pero pudimos calentar desde el enganchón de Arbeloa con Pedro. El madridista –defensa de buena familia- corta la cabalgada de Pedro, hombro con hombro, pero el clandra se lleva las manos a la cara. No sería la única vez, luego lo haría Busquets, y luego Alves. ¿Por qué todos los culandras se llevan las manos a la cara cuando les hacen una falta? Buscando ayuda freudiana, tal vez sea el acto reflejo de cuando les hacen un bukkake y salpica en el ojo.

Con el teatro de Pedro el Barcelona encontró una hechura para practicar el otro fútbol, que a buena fe saben jugar a las mil maravillas, sólo que el logo de UNICEF lo oculta del populacho y de la prensa.  Todos los jugadores se activaron en modo robot y como un enjambre de gitanos envolvieron al árbitro, al Bernabéu, a los jugadores, a todos. La presión invisible del equipo y del campo se hizo latente en esa jugada y todos se liberaron y volvieron a sus roles naturales: los culandras a fingir y robar carteras a navajazos, el árbitro a sacar una amarilla a uno del Madrid, el Bernabéu a callarse y comer. Los jugadores blancos fueron los únicos que aguantaron enganchados al partido, por un hilillo de plastilina.

Poco que contar mucho que ver en esta primera parte. Cada vez que vemos a Alves con Cristo tatuado en su antebrazo nos viene a la mente Jesucristo con un tatuaje de Pancho Villa. Terminó la primera parte con un chut de Cristiano que despejó Valdés con dificultad. ¿Cuánto tiró a puerta el Madrid? Apenas dos o tres veces.

En el descanso, los culandras no es que se quitaran la careta, es que nos abrieron su alma. Keita fue a buscar a Arbeloa por la espalda y Pinto le soltó una torta. Se formó una bonita reyerta en los vestuarios donde sólo faltaron para unirse a la fiesta de la gent del barça el Doctor Segura vendiendo papelas y Ramón Besa felando a Pep con un poema de Llanch. La camorra del 0,7%.

Adebayor sentó a Özil (¿para su función –retención y pase a Cristiano- no habría cundido más Granero, con más facilidad para la asociación en el medio y en el juego de trincheras?). Con el nigga en el campo, asaltaba la duda, ¿dos hombres sin hacer presión o Cristiano sacrificado? Para la segunda mitad la tensión defensiva del equipo estaba completamente diluida en una desmotivación de origen desconocido. Ramos fue advertido –no así el codazo de Messi desde el suelo- y no jugará en el Mein Kampf. 15 minutos duró el partido hasta la expulsión de Pepe. La única certeza que hay es que el Madrid se quedó con diez y desde ese momento se comenzó a decidir el partido.

También se fue Mourinho. Sin Pepe, Ramos y Mourinho el partido de vuelta se convierte en una epopeya. Perder un jugador animó algo al público, pero nada más. Villa tuvo el 0-1 pero Casillas sacó una buena mano. El patrón cíclico de la primera parte adquirió un nuevo protagonista con Albiol –nuevo finalizador/iniciador del ciclo- que si ayer hubiera sido azulgrana habría tenido el 100% de acierto de pases. En el minuto 77, con menos de un cuarto de hora para el final marcó Messi y desde antes el partido pedía un cambio, algo. Al menos un hombre que tuviera la posibilidad de hacer una contra y estirar un poco al Barcelona. Mejor que estén estirados a que estén empujando los 10 contra ti. Kaka, Higuaín y Benzemá siguen inéditos tras tres partidos. Por triste que suene el objetivo del cambio no era tanto marcar como no recibir el 0-2 que cerrara la eliminatoria. Introducir una distracción. El equipo, roto físicamente, no pudo (o no supo) hacer una mísera falta a Messi antes  de que éste matara el partido y la eliminatoria. El gol simbolizó la impotencia blanca durante el partido.

Para la vuelta, el cruce se antoja misión imposible sin Khedira, Ramos, Pepe, Mourinho y dos goles en contra. Tal vez los cambios que no hubo hoy lleguen el próximo martes y veamos un equipo suicida, o simplemente ofensivo. Tal vez las contras y galopadas de Higuaín, Benzema, Kaka, Cristiano, o Di María puedan otorgarnos un poco de aliento. Hala Madrid.

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la trilogía de la resurrección.

«¡Aquí está la sabiduría! Que el inteligente calcule la cifra de la Bestia; pues es la cifra de un hombre. Su cifra es 666.»

Apocalipsis 13:18

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¡Arriba, parias del Madrid!

El partido de Bilbao se interponía entre el reto europeo y el rally de derbis contra el Barcelona en todas las competiciones posibles: Liga, Copa del Rey y Copa de Europa. Al dejar prácticamente cerrada la eliminatoria Champions y arrastrar como única asignatura pendiente del año la prueba de Barcelona, Mou se vio empujado a intentar nuevas alternativas, lo que no sabemos es con qué animo, si para probar o despistar. Con Pepe Albiol y Garay y dos laterales en la alineación había dos opciones. O una defensa de cinco, o Pepe de mediocentro como en Portugal. La alineación fue en un principio sorprendente. Casillas, Ramos, Albiol, Garay, Arbeloa, Pepe, Lass, Granero, Kaka, Di María e Higuaín.

Como si fuera un rastrillo, objetos sin valor (Kaka’), sin uso (Higuaín) o con polvo (Garay) salían al escaparate de San Mamés acompañados de una legión de no habituales: Albiol, Lass, Arbeloa, Granero. Esta alineación, llevando un saldo de cuatro goles a favor en Londres nos da una idea sobre dos opciones: una, lo que piensa Mou de la situación en la liga, o dos: las pocas ganas de exhibir sus mejores piezas lo menos posible. Rara sonaba esa alineación para un 4-2-3-1 con dos gañanes en el medio porque eso ya lo probó en Pamplona con un ridículo espantoso. Con la lección bien aprenida, el equipo mutó al deseable 4-3-3 con Pepe en los fogones y Lass y Granero con las bandejas.

El partido tenía un aire carismático de los 80, con dos equipos siempre rivales, siempre en primera, con sol y sombra en el campo y miles de papelillos volando. En los primeros minutos, el Real guardo tímidamente la compostura. El Madrid era incapaz de hacer pasar la pelota más lejos de la línea media. No obstante, nuestro fue el primer disparo a manos de Di María, en una combinación con un Kaka’ con aires ligeramente renacidos.

En los albores del partido, correspondiendo con la presión más exhaustiva del Bilbao, Pepe se incrustaba sin disimulo en una línea de 5 hombres. Y fue el mismo Pepe, mucho más suelto de lo esperado, quien inició el cambio de partido con un balón largo a Di María. El etíope esprintó y Gorka no tuvo más remedio que hacer penalty. Kaka’ lo tiró a uno de los cuatro puntos inalcanzables. Hizo bien el Madrid en saber manejar los primeros minutos del partido y saber hacerlo sin fútbol pero con cuajo. Con el gol, el panorama del partido cambió y se adaptó a los deseos de Mourinho.

En estos minutos Higuaín se mostraba tosco como siempre y falto de forma como nunca. A pesar del gol, el Madrid seguía sin poder calmar la pelota y optó en alguna ocasión por el balón largo.  No lo digo como reproche sino como apunte, ya que en algunas jugadas del meridiano de la primera parte pudimos ver a Casillas, sacando con Albiol y Garay abriendo el campo y el siguiente futbolista, Pepe, a 4 o 5 franjas de distancia sin preocuparse en el apoyo. La mentalización para este partido del Madrid estaba clara: no encajar gol, aguantar el chaparrón inicial, y delegar en Granero, Kaka’ y Di María la gestación de alguna contra. Kaka’ puso el partido a disposición de Higuaín dos veces, pero parece que hasta que no acumule varios fallos no marcará su primer gol. En una ocasión franca, se escoró inexplicablemente a la derecha, -el sueño de cualquier central que cierre- para luego no osar a regatear y sólo soltar la pierna como una mula igual que contra el Gijón.

Ilógicamente el Azletik estaba a gusto regalándonos los 30 metros que posibilitaron, a la postre, varias contras blancas. Otro factor determinante además de el gol, fue el impecable partido en fase defensiva que hizo el Real en la primera parte. Arbeola, Pepe, Lass y hasta Granero iban a los choques con todo, marcando terreno y alejando metro a metro la delgada línea roja del Bilbao.

Pepe, en un partido impecable, hizo todas las funciones que le fueron requeridas por su entrenador salvo la única para la que no está capacitado: dar salida al balón. Hizo un bocadillo de Llorente en cada balón largo con Albiol, se incrustó en la línea de cinco, marcó territorio en el medio, descongestionó con eficacia, resultó pegajoso para Orbaiz y Toquero y rebotó todos los balones aéreos de Gorka.

El Real finalmente se asentó y se sintió cómodo en el partido, a gusto me atrevería a decir. Con un Kaka’ decente por primera vez en un año y Granero leyendo perfectamente los tiempos del partido y las necesidades del equipo desde el interior izquierdo. Cada vez que sacábamos un córner veíamos la simpática banderola de los presos vascos. Me pregunto cuándo el Azletik dará el paso y tendrá los cojones de portarla en la pechera como nosotros llevamos el logo bwin. ¿No se representaban todos los equipos por la publicidad de la pechera decía la prensa de Barcelona?

La primera parte murió con varias intermitencias en el juego, y Kaka’ tuvo una última oportunidad tras combinar en una bonita jugada con Di María, un jugador que aún estando verde y teniendo muchas carencias tiene la capacidad de decidir un partido. ¿Dónde está el techo de este futbolista?

La segunda parte, tras los cambios del Azletik (salieron Yeste y Julen Guerrero) comenzó siendo un calco exacto de la primera. Asedio rojiblanco, penalty sobre Di María (este fue estúpido y evitable) y gol de Kaka’. Partido cerrado en el minuto 55. Como último recurso, Toquero se vino a la banda de Ramos a intentar comprar terrenos en los que prosperar no a sus espaldas, como de costumbre, sino a su lado.  Mientras tanto, Granero, en su único fallo puntual de la tarde, absorbió la pelota demasiado tiempo cuando Di María e Higuaín estaban en posición franca para lanzar un sprint en una contra. Buen partido del canterano, capaz de imponerse fuera (Santander, Bilbao) y no dentro (Sporting). En cualquier caso ha sabido cumplir su función cuando ha sido requerido.

A la hora de juego salió Cristiano por Higuaín. Es sólo el tercer partido de Higuaín tras cuatro meses parado y es normal que le cueste coger la forma, pero qué mal le sienta esa mirada baulera. En ese momento el Madrid le quitó la marcha al partido y puso el punto muerto, suficiente para bajar la rampa descendente hasta el minuto 90. Perdidas de tiempo, lentitud en los gestos, tardanza en los saques de banda y falta, pausa en el juego y concentración en defensa, nada más era necesario para llevarse la victoria. Por si fuera poco Mou sacó paulatinamente a todos sus ‘cadres’. Tras Cristiano entró Xabi y después lo haría Carvalho. Salvo alguna que otra displicencia de Ramos mirando cómo se le iba Toquero con la mirada y haciendo controles prohibidos en el medio, el partido estaba resuelto.

Finalmente descansó Özil, el único titular que hasta ahora no había entrado en el juego de las rotaciones, tarjetas o lesiones. Efectivamente, como decía la prensa, es igual que Guti. Con las entradas el equipo asfixió en el medio al Bilbao. Pepe, Xabi, Lass, Granero fue demasiado para la rudimentaria tecnología futbolística del Bilbao. Sólo Muniaín nos enseñó un poco de lo que esconde. Fue Cristiano quien escupió sobre el cadáver con un gol de una factura soberbia. Pase de Xabi, control con el pecho, recorte y tiro cruzado al segundo palo con el interior.

Con el gol de Cristiano al partido le sobraron 20 minutos de entrenamiento. Si hubieran podido, los entrenadores habrían hecho 7 cambios desde el 0-3. Lass quedó como el hombre más adelantado de la línea media en su función favorita, la de perseguidor. El Madrid entretuvo la pelota como quiso y el Azletick no renunció al gol “del honor” (¿dónde está el honor de quedar 1-3?) El honor está en la victoria, no en los arañazos sin consecuencias.

El Madrid cierra la semana con un agradable parcial de 7-0 y encara la fase definitiva y definitoria de la temporada. El pase a semifinales es una obligación y poco puedo añadir sobre el maratón que correremos contra ese gigante de siete cabezas del  buenismo moral, político, institucional, futbolístico, religioso, cultural y metafísico en el que se ha convertido el Barcelona, salvo que debemos dejarnos la vida, las agallas y todo el temple y sangre fría y caliente que nos quede en un cara a cara que será histórico para bien o para mal. Coged aire. ¡Hala Madrid!

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Nabucco sacó su trabuco.

Todos los madridistas del mundo nos levantamos ayer pensando en la raíz que dejamos hendida en tierra Champions hace unas semanas contra el OL para ver si aferraba al piso. Nos asomamos por la noche al televisor y lo primero que vimos fue el túnel de vestuarios, donde los primeros en aparecer bajo los focos eran el clan portugués: Pepe, Marcelo y Cristiano, hablando y gesticulando. Mou pasó por ahí y le dedicó unos segundos a nuestro lateral. Por fin había algo radiante en el estadio, con tiras, luminosidad, cánticos y banderolas. En Cristiano admirábamos el ímpetu por empezar. Lesionado en el Calderón, ausente con las selecciones y el Sporting, daba señales y consignas a Marcelo en el túnel y a Özil en la fila del himno. En cuanto terminó, empujo a los niños; quería empezar ya, como todos nosotros. Triunfó el sentido común y salió el once tipo en el esquema tradicional, con Di María en horizontal a los medios durante la fase defensiva y todo lo demás como siempre. Hizo bien Mourinho en dejar los inventos para otro día.

Para los que esperaban una sesuda partida táctica de la parte del Tottenham, usando sus cuatro focos principales (Bale, Modric, Van der Vaart y Crouch), la vía menos elaborada fue la más utilizada: balones a Crouch, que luego intentaría descargar a Van der Vaart. No obstante fue el Madrid quien golpeó (o lo intentó) primero. Khedira robó y Özil pasó a Cristiano, quien tiró fuera antes del primer minuto de juego. El portugués, unos metros por debajo de lo normal, intentaba cada vez que el balón rondaba a Marcelo crear una simple pero eficaz línea de superioridad; sin embargo, cuando el balón llegaba arriba sin los desmarques de ruptura de Benzema o Higuaín, las alternativas convergían en una sola opción: disparo desde lejos de Cristiano.

El Madrid, felizmente convencido y decidido, llevaba el ritmo desde el principio, y a los pocos minutos entre Di María y Khedira no se pusieron de acuerdo para acribillar a Gomes. De esa acción salió el corner que botó Özil y remató Adebayor. Entre las posiciones de los jugadores y la maraña en el área celebramos el gol sin ver la pelota, pero viendo los brazos en alto de Ramos. 1-0 y partido bien encaminado. El Real jugaba con la línea adelantada, y en fase defensiva nuestros hombre parecían concienciados y aplicados. Era vital que el sistema de ayudas funcionase bien ante uno de los equipos que más alternativas diferentes puede ofrecer: el balón largo a Crouch, el pase en profundidad a Bale o las conversaciones tikitakeras entre Van der Vaart y Modric. Di María ayudaba a Ramos y Khedira con Bale, Alonso se ocupaba (y bien) de estorbar a Crouch en los balones aéreos, y Alonso y Khedira cerraban las líneas de pase a Modric y Van der Vaart, para los que fue imposible nadar entre las líneas blancas. Ver la defensa de balones parados y córners era como mirarse a un espejo: Crouch con Adebayor, Kherida con Corluka…

Lo mejor de los primeros minutos, además del gol, era ver cómo al Tottenham le resultaba imposible rescatar algunos de sus recursos y el Real dominaba con tranquilidad el partido.  Otra cosa que nos hacía soñar era ir ganando el partido sin haber visto antes a Özil, puesto que ya le esperamos siempre. Todo esto hasta que Crouch se autoexpulsó de una forma algo idiota. Inmediatamente después, Gareth Bale pasó a la derecha y Van der Vaart quedó como único hombre adelantado. La expulsión de Crouch fue un regalo estratégico, pues sin duda no es uno de los mejores, pero sí uno de los más importantes en los planteamientos ofensivos del Tottenham. Que se lo pregunten a los milanistas. Ya sólo quedaba Modric intentando sobrevivir a la sombra de las espaldas de nuestros medios.

El Madrid controlaba de forma plácida, intentando conservar la intensidad. Desde el minuto 20 la posesión era blanca, abrumadora, pero no nos servía para terminar de forma clara las jugadas y tirábamos desde lejos y sin convencimiento, o sin alternativas en ataque. Como muchas otras veces, las mejores noticias las encontrábamos en el rival: había algo de hastío e incapacidad en los gestos de los jugadores ingleses, como la estúpida amarilla de Van der Vaart o la forma con la que Ekotto movía el balón para sacar una falta. En una bonita jugada de Di María y Özil, el turco desdobló al argentino por la derecha, lo que le abrió el pasillo central al Fideo. Así se ha pasado el año el delgado argentino, jugando a pierna cambiada sin que nadie excepto Higuaín a principio de curso le desdoblara por la derecha.

El partido tenía pinta de monólogo y comodidad, pero como siempre el Madrid se dejó ir en algunas fases intermitentes que a punto estuvieron de costar un disgusto. En un despiste imperdonable de Ramos y Marcelo, Bale le puso un balón a Van der Vaart en el estómago del área. Carvalho justificó su rango y le rebanó la pelota al holandés. Minutos después, un pase de Modric a la espalda de Ramos, un continente sin descubrir la mayoría de los días, puso a Bale cara a Casillas. Esta vez fue Pepe quién incomodó al galés. Mou se cargó de razón un día más con sus dos centrales: Pepe y sobre todo Carvalho estuvieron presentes en los momentos en los que los demás dimitieron.

Pero a pesar de la ligera desconexión del Madrid, el Tottenham siguió empotrado. A eso se limitaría su partido, a amalgamar a sus defensas, respirar cuando y cuanto fuera posible y mandar a la guerra a su kamikaze Bale. Nada más. Y defensivamente cumplieron sus expectativas: con un innumerable plantel de regateadores y pasadores (aunque no hombres con el desmarque en la sangre) el Madrid se adosó en el área rival. Cuando se aburrían de pasarse, lanzaban un centro. En una jugada entre Ramos y Adebayor casi encontró el Real el 2-0 al final de la primera parte. Urgía el segundo gol para terminar de acojonar a los jugadores ingleses y hacer estallar a Bernabéu y jugadores, empujándolos a un empacho saludable y necesario. La primera parte acabó sin mayores noticias: amarilla a Pepe -que no irá a Londres-, Cristiano buscando marcar, Casillas demostrando con los pies por qué es el mejor portero del mundo, un penalti no pitado, y hasta ocho jugadores dentro del área londinense bloqueando cualquier iniciativa blanca.


En la segunda parte salió Defoe por Van der Vaart, superado por el partido y con amarilla. Nada más reanudarse el juego, como viene siendo habitual, el Madrid empujó con ímpetu al rival. Fruto de ese empuje, un balonazo de Cristiano sometió al nigga Gallas, quien quedó atontado y a cuatro patas en el césped del Bernabéu. El segundo intento del7, con la izquierda, tocó la red por fuera. La necesidad del segundo tanto era acuciante, porque como nos enseñaron en el colegio, antes de marcar el tercero hay que marcar el segundo. El asedio era total, y en cualquier momento el árbitro podría pitar pasivo, igual que en balonmano. El Madrid movía con algo de nerviosismo el balón, como si temiera una reacción relámpago del Tottenham, y cada cierto tiempo centraba a la olla, pues sólo Adebayor jugado de pívot podía conservar el balón dentro del área.

Y efectivamente, los ingleses terminaron una contra con un disparo medianamente peligroso de Ekotto, y ahí disculpamos el nerviosismo de nuestros hombres en la frontal del área contraria, recordando pacientes una máxima europea: se puede encajar un gol con cualquier tontería y no conviene dormirse en posesiones interminables. Fue tras un corner y casi una hora después del primer gol que nos encontramos con el 2-0: Adebayor, en un movimiento inteligente para librarse de la marca de Gallas, se situó tras Khedira para rematar un pase de Marcelo, mandando el balón a la escuadra contraria . Tiene nuestro nigga Adebayor un perfil anímico Karembeu que nos trae muy buenos recuerdos a los madridistas nostálgicos.

Tras el 2-0, el camino hacia el 3-0  estaba despejado, tanteo que casi alcanza Khedira con un remate en plancha al que no llegó por centímetros. Aunque tal vez para Mourinho el 2-0 ya era un buen recaudo, y por eso cambió a Khedira por Lass. Más presencia en el medio, más kilómetros y más precauciones defensivas. Una vez marcados dos goles, la segunda parte de la tarea era no encajar ninguno. El Bernabéu recibió el cambio cantando (posiblemente celebrando el gol de Kim Jong Il en Italia).  Con este cambio a la hora de juego el partido entró en su tercera y definitiva fase. Adebayor tuvo el hat trick y el corazón de los piperos a un remate de cabeza que sacó Gomes como pudo. Buen bombeo de Lass en el centro.

El juego, con el Tottenham conectado a la respiración asistida, pedía a gritos la entrada de Higuaín, pero los gritos los empleamos en otra cosa, en vocear a Europa entera el gol de Di María, un jugador con un gran impacto en su primer año de blanco. Hiperactivo en los repliegues, obediente en las coberturas, con desparpajo en el área y acertado en los metros finales, se reivindicó con un precioso gol. Un tanto simbólico para cerrar un partido que el Real llevaba sin jugar desde 2003. Tras este gol salió Adebayor, aplaudido, por Higuaín, ovacionado. El partido se convirtió en un rondo anodino en torno al área inglesa, y ahí estuvo inteligente Mourinho, que decidió hacer obra social sacando a Kaká para que paseara su porte aristócrata y decadente por el césped. La “entendida“ afición del Bernabéu, cuando tiene que reflexionar aplaude, cuando tiene que aplaudir masca pipas y cuando tiene que animar, pita. Está bien que todo el madridismo, hasta el sustrato más ignorante e infectado, se dé cuenta de la estafa del antojo florentiniano (aunque sea dos años después), pero ayer no era un día para pitar absolutamente a nadie. Kaka absorbió la pelota y la imantó, haciendo inútiles los esfuerzos periféricos de sus compañeros. En uno de los 200 minutos que sobó la bola -de los 14 que estuvo en el campo-, le mandó una bonita banana a Cristiano, que de una volea hizo el cuarto de la noche. El balón fue de un extremo del área al otro, y de ahí al palo corto de Gomes.

El Real Madrid ha vuelto, por fin -aunque ayudado por las circunstancias- a hacerse oír en Europa, algo que no sucedía desde hace muchísimo tiempo. Como de todas las victorias, habrá que esperar los favorables resultados psicológicos en la plantilla, que sin duda ya se ve en semifinales de la Copa de Europa, con un partido relativamente cómodo en Londres. Aligerados, tal vez, de la carga de la Liga, pueden centrarse en devolver al club y a sí mismos el orgullo a través de la búsqueda de dos copas que hace que no ganamos, de forma conjunta, 27 años.

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A poner el sello (contundentemente)

Queridos amigos, queridos hermanos, por fin pasaron los lamentables partidos de las putas selecciones en los que hemos podido presenciar un sinfín de despropósitos: desde Marcelo confinado por su selección con una costilla fisurada, a Benzema camino de acumular 180 minutos de juego si no se lo hubiera impedido una lesión en un partido amistoso (¡a finales de Marzo!) contra Croacia, pasando por Cristiano haciendo un paripé de ida y vuelta entre Lisboa y Madrid. Como guinda del pastel, hasta cuatro madridistas jugaron en un patatal rodeados de lituanos y culés el pasado miércoles. Insoportable.

Aunque si algo bueno tienen estas excusas de Blatter y Platini para hacerse ricos en forma de amistosos de mierda o partidos clasificatorios de chichinabo (sistema de divisiones europeas antes que volver a ver un Alemania – Kazajstán o un Luxemburgo – Francia) es que nos hace desear con entusiasmo la vuelta de una Liga que repudiamos el resto del año por pueblerina, bipartidista, podrida y underlevel.

Una de las anécdotas de esta vuelta al cole (en abril) será el saque de honor de Ronaldo, marcado para siempre por dos cosas: el don que le otorgaron  los dioses del fútbol  para hacer goles bajo cualquier circunstancia y la humillación pública más cruel que sufrió un futbolista nada más llegar a su nueva casa, a manos del público más paleto, pipero y borrico del mundo: la entendida afición del Bernabéu, el tendido siete del fútbol, bla bla bla. Gentuza, ignorantes con pedigrí, un mausoleo de 70.000 asientos que corearon como zombies  a Raúl, un tipo tan tétrico como un ramillete de flores de plástico atado al quitamiedos de una autovía, mientras Ronaldo les presentaba su segundo balón de oro tras ganar un Mundial marcando 8 goles con la rodilla rota.

Estaría bien –si los piperos tuvieran cojones- que el Bernabéu volviera a alzar la letanía tenebrosa del “Raúl Raúl Raúl” mientras Ronaldo hace el saque de honor: no tienen huevos.  Los ignorantes que le humillaron antes y le pitaron después aplaudirán hoy como amebas mientras Toñín el torero agita el capote, Roncero se pone de pie y Antoñito Romero dice por la radio “ahí está el más grande.”

"Raúl, Raúl, Raúl..."

Referente al partido de Liga, nos visita el Sporting, el simpático equipo que nos ofreció en la ida un recital de bullying futbolístico bautizado luego por Soprano como “un aquelarre provinciano”. El Sporting se presenta en el lodazal de cemento y pipas de la Castellana justo antes del partido más importante del año, con el hándicap de las selecciones, las lesiones, las sanciones y las distracciones. No sabemos cómo afectarán estos cuatro factores al devenir del partido, si positiva o negativamente: distracción y displicencia o entrenamiento con público mientras los no habituales cogen minutos.

Poco o nada se sabe de las intenciones de Mourinho. Puede que en principio apueste por el esquema ordinario para este tipo de citas, dando protagonismo a algunos secundarios, o tal vez opte por el hermético y funcional 4-3-3, para vivir un partido sin sobresaltos y mínimo desgaste físico. En cualquier caso, Granero, Garay y Canales podrían estar marcados en rojo en la libreta del entrenador. Y un equipo formado por Casillas, Ramos, Garay, Carvalho, Arbeloa, Granero, Khedira, Lass, Özil, Di María y Adebayor no debería tener problemas para doblegar al Sporting.  Además, contamos con el aliciente de la vuelta de Higuaín, y la posibilidad de ver a algún crío del Castilla.

El Sporting, con una victoria, seis empates y siete derrotas fuera de su hangar de raves futbolísticas no supone una amenaza seria por mucho que el equipo esté divagando en otro universo. Los madridistas ya tiraron de eficacia y estajanovismo en momentos más difíciles y comprometidos, como el 2-0 al Valencia tras el 5-0 de Barcelona, y el 2-0 al Levante antes de enfrentarse con el OL. Victorias sin brillo pero indispensablemente necesarias. Eso es lo que será el Sporting a las 19:45 de la tarde: un objetivo cumplido. We are waiting for you, Spurs.

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