Una hora antes del inicio del partido nos enteramos de la alineación del Madrid en su reencuentro entre la Copa de Europa y el público del Santiago Bernabéu, esa extraña combinación. Di María, con motivos de sobra tanto futbolísticos como emocionales vería el partido desde el banquillo, siendo Kaka quien le reemplazara en el 11. Carvalho superó la conmoción, y el tierno pero meritorio e ilusionante Varane debutaría en Copa de Europa. En esa hora cada madridista podría soñar con las posibilidades de las nuevas combinaciones, ¿Özil de falso interior derecho? ¿Kaka ayudando a Alonso y Özil; más pendiente de lanzar a Cristiano? La clave futbolística del Madrid sería ver cómo se repartirían Kaka y Özil el campo, los espacios y las tareas. La asociación empezó de una forma ilusionante: Sergio Ramos abrió a la derecha, Özil arrastró a su marca hacia dentro y Kaka buscó el balón por fuera. El Ajax salió con las ideas claras al Bernabéu, buscando los puntos más débiles del Madrid, que ahora que lo pienso, son unos cuantos. La espalda de Arbeloa fue lo más barato en venderse, pero no lo más repetido, Ramos puede dar fe.
Cuando hablamos de los puntos débiles del Madrid, hemos de estar atentos, porque la mitad no trascenderán en la prensa deportiva: podemos referirnos a unas bandas capadas con dos “campeones del mundo” o a la lentitud extrema de Alonso en algunas fases de la recepción y el corte al principio del partido. Poco a poco pasaban los minutos, lo que en Özil se tradujo en una tendencia natural a buscar el centro. Entre el embotellamiento de Ajax y el desaprovechamiento de ese pasillo, el tránsito de balón madridista resultó estreñido y algo desesperante en la primera parte. El Madrid dominaba la pelota sin que ello significara soltura en el juego. Yo, segurolista recalcitrante, me abrí la cabeza contra la pared intentando comprender esta dolorosa premisa. El atasco permanente no minó la fe del Real, que presionaba con su línea de centrocampistas en el mediocampo. Esta presión alta no impidió al Ajax hacerse con la pelota y equilibrar el reparto de poderes con el Madrid, ocasiones aisladas para los blancos, acercamientos periféricos para los holandeses.
Que los acercamientos no terminaran en nada concreto no impidió que volviéramos a lamentar nuestro flanco derecho. Hasta dos veces se fue el jugador holandés de Ramos amagando levemente, por velocidad y en regate, lo que nos provocó, que levantando las manos al cielo y en voz alta preguntáramos por enésima vez, “¿pero en serio, en qué es bueno Sergio Ramos?” Aún así el partido seguía pareciendo algo sugerente por televisión ya que alejado de las infames radios y retransmisiones españolas, en foot+ tuvieron a bien mantener un solo comentarista y el sonido ambiente a tope. El partido avanzaba en el reloj del árbitro y en la paciencia del madridismo mientras los intrépidos holandeses, inventores del fútbol total, defendían con 10 jugadores en su campo las posesiones del Madrid. Una pérdida de Alonso, lamentable antes de su lucimiento, provocó un pequeño susto. Varane metió la puntita del pie y Casillas despejó en el minuto 15.
Por fin llegó una clara ocasión en la que Khedira, corriendo tras una asistencia de Özil le puso un balón franco a Benzema para el 1-0, pero falló Higuaín. Ante la imposibilidad de penetrar con claridad en la línea de tres cuartos, el Madrid manejaba dos opciones, la primera, quejarse ante los medios de que el ‘fúpbol’ estaba perdiendo. Otra, el balón largo de Alonso a los costados. Se decidió extrañamente el Madrid por la segunda opción, y tanto Arbeloa como Cristiano corrieron tras los envíos de Alonso. Cristiano y Khedira toparon con el portero. Justo después, a punto estuvo Cristiano de mandar una espuela a la portería con la ayuda de un defensa. Por fin el Madrid, poco a poco iba venciendo el pulso del equipo holandés, y gota a gota, iba llenando el Madrid el vaso de ocasiones que se exige este año para conseguir el gol antes del descanso. Özil, de nuevo, abrió a Benze, que en vez de pasar, chutó cruzando a la izquierda ante los brazos levantados de Cristiano.
Sin embargo, la espera, el atasco y los agobios merecieron la pena. Veloz, vertical y vertiginoso, el Madrid metió un gol que imaginamos repugnará a todos los ‘progres conservadores de España’: Ramos recupera un balón, cede a Özil que a su vez abre a Cristiano. La zancada larga y espigada del alemán es imposible de ver porque los ojos se nos van una y otra vez al detalle entre Cristiano y Kaka. Cristiano a un toque le devuelve a Özil, que ya en la frontal le deja con su tremenda percha el balón con el exterior a Benzema. El francés a un toque, se la pone a Cristiano, que empuja a la red tras otra soberbia carrera y un mejor movimiento para librarse del central. 1-0.
Varane. Tras el 1-0 el equipo sopló y dio forma a lo que quiere que sean sus partidos. Que el equipo respire hace respirar el aficionado, que vive el tiempo de entreguerras entre gol y gol reflexionando. Mi conclusión es que es más tolerable la inexperiencia de Varane que la falta de forma de Carvalho y que si no fuera porque el chaval es un niño, casi de forma literal, la pareja titular del Madrid, bien podría ser Pepe – Varane. Khedira, en otro buen partido a la sombra, estuvo acertado en la presión al receptor contrario, y al menos dos contras blancas se montaron en torno al robo de pelota del alemán. Con el 1-0 el Madrid aflojó una hebilla del cinturón, y Kaka hacía las veces de segundo delantero dejando a Özil las caídas al centro y convirtiendo la banda derecha en un solar. Eso va esta vez en el descargo de Ramos, que alguna vez se encontró vendido ante un ataque holandés. El equipo se organizó entonces en torno a Alonso, que haciendo prácticamente de líbero nos recordó una suerte de salida lavolpiana. El Madrid, sin prisa, y el Ajax, con miedo, nos ofrecieron un interminable recital de pases entre defensas, el tránsito intestinal del fútbol.
Por fin, cuando comenzábamos a pensar que el devenir del partido correspondía al guión de un documental, Alonso abrió de forma magnífica a Cristiano. Ronaldo avistó a Kaka libre de marca en la diagonal, inadvertido tanto por defensa como por medio y fusiló bajo, raso y duro con la izquierda al fondo de la red. El brasileño lo celebró con rabia y mirando al palco, le hizo la señal a Florentino, “descuente 1 de los 65, Faraón”.
El 2-0 reconcilió al equipo consigo mismo y fruto de esa soltura llegó el 3-0 al inicio de la segunda parte. Arbeloa, recogiendo otro excelente pase de Alonso aguantó hasta que Kaka rompió llegando desde segunda línea. El brasileño cedió a Benzema que marcó el 3-0 definitivo. Con el 3-0 se terminó el partido de forma oficiosa, y todos en el campo salvo Altintop, hubieran firmado de buena gana la capitulación del partido. Sin liguero ni sostén, Özil pasó a la izquierda, donde se mostró infinitamente más a gusto. Arbeloa pisó tanto la cal del medio como la lateral dejando su espacio natural a Alonso para el inicio de la jugada. El Madrid entregó plácidamente la pelota pero no las armas, y yo, segurolista convencido, de nuevo perdido, nunca creí que estas dos situaciones pudieran suceder a la vez. El Madrid se agazapó tras el arbusto, y saldría de caza en caso de necesidad propia o de necedad holandesa. A falta de 30 minutos, el partido se convirtió en la inmensa línea recta que el ciclista se encuentra tras la subida. Vimos a Aznar en el palco, y más que imaginarle como presidente blanco, nos preguntamos cuándo veríamos a ZP opositando para presidente culé, pues por muchas razones nos lo debe. Habría tiempo para más ocasiones antes de que el partido dejara de latir. Özil le enseñó con su sprint un pase a Ramos. El alemán recortó hacia fuera, como suele y le puso a Kaka el 4-0, con el que no acertó.
Llegaron los cambios al final, Kaka, Benzema por Di María, Higuaín, encontrándonos casualmente con el 11 tipo de Mourinho de principios de año pasado del medio hacia arriba. Mas tarde abandonaría el campo Özil dejando su puesto a Altintop. Hay un ritual precioso cuando un madridista debuta en un partido, y es reconocer, asimilar y aceptar su silueta y forma de correr a través del televisor. Desde esa distancia cromática, el turco parecía mover mucho los brazos y tener un correr agitado. Aún tuvo tiempo Varane de salir dos veces sensacional al suelo tras estropicios de Carvalho e Iker de realizar una buena parada antes de que el partido llegara a su fin. Mourinho incomunicado desde una pecera, nos brindó su segundo 6/6 consecutivo en Europa mientras Sauca y Sanchis con micrófono público consternaron a todos los madridistas hablándonos de la suplencia de Albiol.