Tras unas semanas algo decepcionantes en las que conseguimos un punto de seis en lo que lo peor no fue la falta de gol sino el cansancio, el atoramiento del sistema y la falta de inteligencia (Levante) y de fútbol (Santander), el Madrid se encontró de nuevo en el futuro flamante Cementerio Nuclear de la Castellana ante dos grupos de madridistas antagónicos, uno inmenso, gigante y desesperante, el de la grada vieja e ignorante y el otro minoritario y –suponemos- enérgico, el de la quedada de los madridistas en Internet. Horas antes del partido saltó la noticia, que no era otra que la titularidad de Higuaín en detrimento de Benzema y la de Kaka en lugar de un desnortado Özil. Para los que quieran ver a Higuaín y Benzema juntos, por ejemplo, o a Özil de interior junto a Kaka, me temo que han topado contra la gruesa cintura del entrenador portugués, que cambia pieza por pieza como si fuera, no se, digamos… ¿Pellegrini? ¿Del Bosque?
Pero las malas noticias nunca vienen solas. Más tarde sabríamos que Lass, entre lo dantesco y lo surrealista, repetía titularidad tras pasarse todo el verano lamentablemente al sol mientras Granero y Khedira se quedan sin jugar; que Ramos partiría acostado a la derecha y que Albiol, en un gesto de confianza de Mourinho, también saldría en el 11 de partida. A tal fiesta de la ilusión sólo faltaban Salgado, Pavón y Raúl. Miento. Aún quedaba por venir el himno del Centenario para terminar de dormir a los octogenarios (20% del aforo), y un gol a los 15 segundos de empezar. Lass pierde la pelota de una forma incomprensible certificando una vez más que es un jugador no apto para el Madrid. El balón, convirtiéndose en una metáfora pasó entre Albiol y Lass antes de que lo rechazara Casillas. Michu hizo el 0-1.
Si la suplencia de Khedira era un castigo por la expulsión de Levante, queda confirmado ante notario que hemos sido testigos de la primera estupidez supina de Mourinho como entrenador del Real Madrid. Aunque un gol en contra en el Bernabéu no debería poner nervioso al equipo salvo, tal vez, en los cruces de Copa de Europa, la ansiedad era evidente. Varane comenzó su soberbio partido cayendo a la derecha en algunos momentos ofensivos de Ramos y remató varias veces de cabeza. El Rayo, un equipo bien ordenado y construido desde la coherencia no se puso nervioso con el gol y gestionó bien los tiempos de ‘su’ partido. Di María cedió a Kaka, que en su mejor partido de blanco comenzó a zanquear como antaño, aunque con menos elasticidad.
Los problemas con el fútbol, evidentes desde Zagreb, persistían y nada mejor para comprobarlo como observar a Marcelo, hasta cinco veces consecutivas buscando en largo la cabeza de Cristiano para dar salida al balón. De esas cinco intentonas, el Madrid no sólo no consiguió ninguna sino que se mostró torpe en la presión inmediata. La entendida afición del Bernabéu, el tendido 7 del fútbol, etc, mostró pronto su opinión, y para ello, lo mejor que se le ocurrió fue pitar al equipo en el minuto 13 ante una ocasión franca de 0-2 para el Rayo. No es que soñemos con tener a la afición del Liverpool o del Borusia Dortmund, es que nos conformamos con 1.000 hinchas del Stoke City a cambio de 40.000 del Bernabéu. Un cuarto de hora tardó el Madrid en chutar con peligro. Fue Marcelo, en una internada con la derecha. Acto seguido, Di María, que estrictamente por motivos futbolísticos está para un mes de nevera, obtuvo tarjeta amarilla por hacer otra entrada sin ninguna lógica.
El partido entró en una fase de interferencias mientras los comentaristas nos contaban las bondades del técnico y plantilla del Rayo Vallecano. Los sueldos, las miserias, etc. Kaka disparó sin consecuencias justo antes de que Lass el bueno a punto estuviera de marcar un gol que nos ridiculizara en todos los resúmenes del año. A la media hora Mourinho sentó a Lass e hizo entrar a Özil, lo que probablemente deja al francés en una posición imposible. Jugará bajo imperativo categórico, fuera de casa, o en el 4-3-3. El cambio le dio aire, pausa y solvencia al Madrid, que atacaba (aunque estático) hasta con 7 hombres. Özil, inesperadamente, ocupó la franja derecha del campo dejando a Di María en el carril central o alternando en la izquierda, donde siempre es mucho más incisivo y peligroso, con Cristiano. Volvió a disparar el Madrid, esta vez a cargo de Özil con la derecha, -tras genialidad de Marcelo- en lo que ya era un acoso silencioso. El gol antes del descanso era cuestión de tiempo.
Una buena noticia sin (por entonces) repercusión en el marcador fue la aparición de Kaka como iniciador y futbolista –por fin- con orgullo. Buscó responsabilidades y auxilió a Alonso, aunque luego, en algunos detalles finos siga fallando. En el 38 llegó el gol del Real en lo que fue una vuelta de tuerca más en el surrealismo del partido. Un jugador rayista falla una entrega sacando de banda y Kaka tras feliz galopada, terminó abriendo a Cristiano en la izquierda y el balón se coló entre las piernas del portero. Para que no alargáramos nuestra felicidad, el realizador mostró una bandera de España con el escudo del Madrid en la que podía leerse, ‘amigos del Txistu’. Mientras tanto, Higuaín seguía cayendo en fueras de juego como quien cae en brazos de una bailarina de discoteca. En una de esas ocasiones irritantemente no pitadas por el árbitro hasta que el jugador tocara la bola, Higuaín obvió a Cristiano en la izquierda, solo. Una cosa es tener fe en uno mismo, otra es ser cerril.
A estas alturas del partido, lo más interesante era intentar descifrar si el Madrid estaba plantado en un interesante 4-1-4-1, con Alosno haciendo de Senna en 2008, Özil de falso interior por la derecha, Kaka en el centro y Di María y Cristiano repartiéndose en centro, el costado, o lo que quisieran. El 2-1 llegó al final del primer tiempo. Alonso, sorpresa, botó una falta y Ramos habilitó para que, en fuera de juego, en el área pequeña y a puerta vacía, marcara *l qu* nunc* hac* nad*.
La segunda parte se inició con el Rayo intentando bloquear la salida blanca de balón, por ejemplo, anticipando y cerrando la línea de pase a Alonso en cuanto Varane abría a Ramos. Nunca perdió el Rayo el pulso al partido y siguió empujando hacia la portería de Casillas, que nos ofreció un momento de chiste con Albiol mientras el balón se paseó por la línea de gol. En el mismo ataque del Rayo, Özil inició una contra cariñosamente con el interior de su pié izquierdo. Entre Alonso, Higuaín, Kaka, Cristiano y balones a un toque el Real aterrizó en la portería del Rayo en apenas unos segundos. Movilla hizo penalti a Kaka, que fue transformado de una forma magistral por Cristiano, imparable.
Fue el 3-1 lo que trajo definitivamente la calma al Madrid. No se sabe si causa o consecuencia de ello, marcó enseguida el Rayo, en un gol cuya responsabilidad recae exclusivamente en Varane, insuficiente y distraído en la marca. Obviamente las emociones no terminarían ahí, y Di María, terriblemente obtuso se expulsó solo, presa de su mala cabeza. Querido José, queridos periodistas, queridos aficionados, resulta que al final el más tonto fue Di María.
El partido, recomenzó de nuevo a la hora de juego, con un 3-2 en el marcador, 10 jugadores en los locales, y media hora de incertidumbre. Benzema y Khedira, dos de los presuntamente ‘castigados’ salieron al terreno de juego y el equipo se ordenó en un compacto y cómodo 4-4-1, con Kedira ayudando a Alonso en la presión y Benzema descargando las contras a Özil y Cristiano. Se fueron Kaka e Higuaín. El brasileño dejando una rendija para el optimismo por primera vez en dos años y medio y el argentino con su primer gol anotado y muchas cosas que mejorar.
Con uno más los Vallecanos se hicieron con la pelota, lo que en este caso no quiere decir que se hicieran con el partido. Un Madrid arropado con Özil en la derecha, Cristiano en la izquierda y Benzema recibiendo y pensando a pesar de jugar con 10, sigue siendo peligroso. Me gustó Benzema, un futbolista inteligente que simplifica las cosas a sus compañeros. Varane enmendó su error en el 3-2 e hizo el 4-2 con un bonito y estrambótico remate. Aunque el gol es mucho menos emotivo que el primero de Ronaldo al Alavés, reconocemos puntos comunes en la sonrisa virgen del futbolista, las efusivas felicitaciones de sus compañeros y el entusiasmo que despierta este futbolista en todo el madridismo. Zidane, a ojos de Mourinho y Pérez habrá ganado crédito como olfateador de talento, por lo que vigilaremos las espaldas de Eden Hazard, su favorito desde hace al menos 3 o 4 años. Rafael Varane nació en 1993, tiene 18 años y ha jugado dos buenos partidos individuales en dos malos partidos colectivos del Madrid.
El partido no se detuvo en el gol de Varane y Movilla hizo una mano como la de Di María, pero el colegiado, un señor con pinta de mediocre estudiante de derecho de la Universidad de Valladolid estimó que hubo diferencias con la mano de Di María por lo que no expulsó al calvo trotamundos. Raro era que no apareciese Benzema para dejarnos algo que llevarnos a la boca. De hecho hizo el gol de la noche con permiso de Varane. Özil recuperó en el medio y Alonso, vertical, se la dio a Benzema que abrió a la derecha a Özil para que este picara el balón y lo pasara al propio francés, que disparó de primeras, con el interior, raso y colocado. Golazo. Ayer la margarita dijo sí. Minutos después Cristiano cerraría los ojos del respetable cadáver con un bonito disparo de Panenka, 6-2. El máximo goleador del club marcó un hattrick en 15 años, Cristiano lleva 11 en dos años y medio.
Ahí se terminó el partido. Apenas alguna penetración del Lass bueno que dejó partido a Marcelo en varias ocasiones. Los ultrasur hicieron gala de un racismo selectivo que da mucha grima. Abuchearon a un Lass, pero no al otro. El próximo martes tendremos de nuevo partido en el Bernabéu y contra el Ajax, podremos ver los efectos de esta goleada balsámica. Que los goles no tapen las carencias reales y demostradas del equipo en estos momentos. Decisiones erráticas del entrenador, un tercio de la plantilla fundida, otro tercio buscándose a sí mismos y el último tercio hundiéndose en el banquillo. Todo este tiempo imaginamos que nuestro entrenador tenía capa, pero esta semana descubrimos que es humano y cada mañana le sale barba que ha de afeitarse.
Grandísima crónica. Ya no me necesitáis. Me disuelvo en el éter, pues…
gracias meseta, pero antes de disolverte en éter haz alguna entrada para el almanaque, cabrón.