Se fue Pep Guardiola del Barcelona, y desde aquí quiero rendirle homenaje. Pep Guardiola es el mejor entrenador de la historia del Barcelona, pero eso ya lo sabe todo el mundo. Pep llegó y lo primero que hizo, en su primera rueda de prensa, fue echar a Deco y Ronaldinho mientras en Madrid Ramón Calderón renovaba de por vida a Casillas, Raúl y Guti. Pep, no obstante, fue el entrenador que ideó una máquina que humilló al Madrid con un 2-6 y un 5-0 que pasarán a la historia.
Además, Pep sacó a jugadores de tercera división y los hizo pasar por cracks mundiales decisivos en semifinales de un mundial como Pedro; a otros los hizo mostrar de forma exponencial sus virtudes escondiendo sus defectos, como a Busquets. A Xavi, incluso le hizo creer que tenía carisma de orador, y ahora cada vez que puede, nos obsequia con frases como «ha perdido el fúpbol» y cosas así. Mejoró a todos los futbolistas con los que se quedó, porque no se quedó con todos. Pep también fue la novia caprichosa y despilfarradora que sale de boutiques y se funde casi todo nuestro dinero con trapitos que incluso nunca llega a ponerse, como Keirrison. Y otros con los que se harían libros de estilo en Standard & Poor’s como Chygrynskiy, Helb, o Cáceres. También en su mandato se pagó a cojón de pato a Villa, Ibrahimovic o Alves, haciéndonos ver que el equipo de Pep es el equipo de la cantera, existiendo en esa afirmación algo de soberano o categórico. Pero eso es más mérito de la prensa, que en Pep encontró un modelo, un padre, un amigo, un hermano. Lo mismo le pasó con los comités arbitrales, siempre dispuestos a tender una mano en los pasillos más angostos. (Regurgitación de Guardiola).
Se va Guardiola, la vertebración del discurso nacionalista a baja-media y constante intensidad. A veces Pep llamaba veladamente a las armas a todos sus compatriotas del ‘pequenyo país en la esquinita que no pintamos nada’ en ruedas de prensa que bien le hubiera gustado protagonizar a Josep Lluis. Pep, al mismo ritmo que ganaba copas, supercopas y requetecopas, hacía un poco de patria a través del ‘fúpbol’. Pep es el entrenador perfecto para el Barcelona. Ex jugador, ex 4, ex pupilo de Cruyff, hombre de carisma, fina figura, corbata estrecha, hombre con ideas políticas, si se las preguntan. No quiero pecar de fanfarrón, ni mucho menos tentar al dios del fúpbol, pero sin la inquina entre bastidores, sin el capità al mando, me salen los equipos de Van Gaal o Rijkaard que eran muy buenos, competentes y ganadores, pero sin áurea indestructible detrás.
No se sabe si ahora que deja el Barcelona, irá a Sierra Leona, al Chelsea, a Camboya o al Inter de Milán, porque el personaje detrás de Pep iba creciendo día a día. Tal vez el anuncio del Banco Sabadell compita como corto en el próximo festival independiente (of course) de Sundance. Se va en definitiva el Guardiola entrenador, y nace el Pep mártir. Por fin se desveló el tercer secreto de Fátima, la renovación de Pep. Lo único que me sorprendió fue no ver en el centro de la mesa a Pep en el angustioso, «españoles, Franco ha muerto» del barcelonismo.
Levantémonos y prosigamos el camino, pues la vida sigue.