– Tras el lamentable partido que jugadores y cuerpo técnico nos brindaron contra el Atlético de Madrid, llegó al Bernabéu un equipo muy afable de Copenhague, que es lo mismo que llamar a una folla-amiga tres días después de no haber tenido ni el arrojo ni la valentía de mirar a los ojos a la morenaza ruda en el bar.
– Ancelotti hizo cambios en relación al partido anterior, y se vistió para la cita con Varane por Ramos, Marcelo por Coentrao, Carvajal por Arbeloa, Modric por Isco e Iker por López. Un look más juvenil. Fue un once alegre desde la línea de atrás, ya que Varane mejora sin ningún tipo de discriminación tanto a Ramos como a Pepe y los laterales son festivos en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad. La segunda línea con Illarramendi, Modric, Khedira y sin la presión de Simeone no tuvo problemas en su trato con el balón, el tempo, ni el discurso, del que aún desconocemos si es en verso o en prosa.
– La mejor noticia es sin duda la vuelta de Varane, que juega de una forma tan simple e inteligente que a su lado las sobradas de Ramos o los aspavientos de Pepe serán defectos aún más irritantes. Tras Varane asoma Illarramendi, que aunque sigue jugando algo nervioso y fallando más de lo que la posición exige es elegante con el balón, no tan preciso como Xabi, pero efectúa golpeos largos con ambas piernas. La no presión de los daneses ayudó al vasco a sentirse cómodo en primera instancia y a asociarse con Modric después.
– No en vano el primer gol llega tras un desplazamiento de Modric hacia Marcelo -que junto a Carvajal se divirtió pinchando balones caídos del cielo durante todo el partido- que luego se la puso a Cristiano. Que no os engañen, tan bonito es una triangulación al borde del área como un balón largo bien dirigido. Una colección de pases es un discurso que no termina nunca, lo otro es llegar y besar el santo.
– La salida del balón fue cómoda durante todo el partido, tanto por la disposición blanca: Varane – Carvajal Illarra Marcelo – Modric, como por la (falta de) voluntad danesa. Pese a todo (laterales largos, Khedira habilitando espacios interiores para disfrute y ventaja de Modric e Illarra con balón), parece que al Madrid le cuesta combinar de otra forma que no sea pase corto y al pie en algunos sectores del campo. ¿Por qué no existen los desmarques? ¿Ha de ser todo el juego interior?
– Tras el primer gol (pase largo de Modric) llegó el segundo con Di María y Benzema como protagonistas; Ronaldo puso la cabeza. El tercero nace de una contra iniciada por Illarramendi y bien culminada de nuevo por Benzema y Di María y el cuarto se produjo gracias a una brillante novedad, como una gran revelación conjunta tras la demostración del Aleti, que fue la presión tras la pérdida en campo contrario. Hasta cinco jugadores presionando la pérdida de balón. Esa actitud provocó el cuarto gol de la noche, pero lo más importante es saber si esa conducta se mantendrá como adquirida en el patrón de juego o es sólo una rabieta temporal. Duras conclusiones: Benzema aparece siempre como estrella invitada aunque tenga calidad para ser protagonista, y de los cuatro goles uno nació de un pase largo, otro de jugada, otro en una contra y otro tras una recuperación. Mañana en sus diarios deportivos.
– Pero por desgracia la noche no acabó en el cuarto gol de Di María, sino con las tres paradas de Casillas y aquí dedicó el Bernabéu su trágica oda al absurdo coreando a un portero que salvó un gol con 4-0, pero al que le sacaron un balón de la línea de gol en un córner con 1-0. Detrás del panegírico con medio estadio aspirando rayas de caspa que creyeron cocaína gratis, todos levantados de sus asientos y glorificando al becerro de oro, acecha la carroña mediática que encumbrará las tres paradas del soberbio capitán, de las que dirán mañana en los diarios que fueron tres lágrimas de Dios.