1. Todo el mundo en el Real Madrid tiene ganas de Copa de Europa. Se nota en los aficionados, se nota en el club y se notaba en los jugadores al salir del vestuario: Alonso estaba tan metido en el partido que salió de la caseta en camiseta, dándole al barbas que saludaba a los jugadores la sudadera del chandal. Se impone definitivamente Carvajal en el lateral derecho o eso parece a tenor del once de hoy, que suponemos día de fiesta mayor. No se sabe si el 4-3-3 ha encontrado a los jugadores que mejor lo visten o los jugadores se aplicaron para encontrar al sistema, pero hay un once más o menos fijo colocado en 4-3-3 como pájaros en una columna migratoria a lo largo de 4000 kilómetros. Una vez leí una conversación entre @georgebest_ y @la_meseta_über en la que decían que este equipo ancelottiano tiene algo característico de los equipos del Madrid campeones de Europa: la presencia de un jugador -en este caso Di María- en el once titular de forma un tanto improvisada. Di María es en este dibujo el Mc Manaman de Del Bosque en 2000 o Solari acompañando a Makelele en 2002.
2. Alemania es un país en el que no paran de brotar talentos futbolísticos. A diferencia de los talentos españoles, de aire enjuto y pueblerino, los alemanes parecen todos salidos de una comuna hipster, con sus cortes de pelo, sus tatuajes y su metro ochenta el más bajo; sólo les falta jugar con las gafas de pasta y el gorro. El Schalke salió intentando dejar clara su estrategia, en el primer minuto de partido ya habían cabeceado a portería y en el segundo pegaron por detrás a Cristiano. Al Madrid no le impresionaron esas bravuconadas, y por eso sus cuatro primeras acciones ofensivas fueron globos de 20 metros o pases en profundidad para evitar la presión. En cuatro minutos de juego tenía la sensación de haber visto más cosas que en los 90 minutos de ese rosario de Elche – Real Madrid, Real Madrid – Levante que es la liga española.
3. Del Schalke 04 sólo sabíamos dos cosas: que fue el primer equipo con techo en el campo y que es el equipo más pagafantas del mapa europeo tras el propio Real Madrid, impresión acentuada al contemplar la pancarta ‘¡El mito vive!’, en homenaje a un tipo que se fue de allí en cuanto dejó de cobrar el subsidio del Madrid. No sabemos mucho más de Khedira, salvo que ya dobla la rodilla a 90º porque le vimos sentado en el campo. La extraña repartición de la herencia de la portería a cargo de Ancelotti dejó a Casillas ante su sexto partido serio de la temporada a finales de febrero.
4. El primer gol del Madrid se construyó con Alonso encerrado entre Meyer y Huntelaar, pero parece que nadie sabe que este equipo es ya tanto de Alonso como de Modric. El croata abrió para Bale y el galés avanzó en diagonal hasta que Cristiano tiró un tacón en el área que recogió Benzema. Allí donde Higuaín se hundía en el fondo del mar como si tuviera los pies de cemento, el francés hizo el 0-1. Cuando en la televisión aún daban las repeticiones del gol, en la vida real el Schakle se había abalanzado sobre el área del Madrid. Ramos y Pepe hicieron agua en un centro lateral y Daxler se convirtió en Perotti. Yo, como terco hijo de puta que soy, celebré la parada de Casillas como en 2007 celebraba los goles de Raúl.
5. Sin saberlo pero intuyéndolo nos adentrábamos en un partido casi perfecto del Madrid. Lo mejor de los goles de Bale por la izquierda es que ha quitado la exclusividad de esa diagonal asesina a Messi. El 0-2 parece el gol diseñado por adolescentes vírgenes que pasan la vida jugando al FIFA, con todos esos regates imposibles, aunque como cada vez que el sabio apunta a la luna el tonto mira al dedo, hay que señalar el origen del gol, que viene de una recuperación de Benzema. Los dos toques del francés tras la recuperación son clase pura sin cortar. No pasaban más de 10 minutos sin que el Madrid tuviera una clara ocasión, y a la media hora de partido Cristiano estrelló un balón en el palo. El portugués falló dos o tres goles claros y al fallar hacía tantos aspavientos que parecía una fulana a la que dejan abandonada en una rotonda sin pagarle el servicio. Con el 0-2 el Madrid respondió de la mejor manera posible a la enérgica salida alemana y a partir de ese instante el partido siguió jugándose a la misma velocidad pero con menos revoluciones. Los jugadores blancos encadenaron dos posesiones largas en el campo del Schalke y cada pase parecía un golpe de baqueta en el solo de ‘In a gadda da vida’.
6. Si en la primera parte el Madrid simplemente se desabrochó el cinturón para deslizar suavemente la bragueta hacia abajo y ya nos pareció obsceno, en la segunda todos los padres mandaron a los niños a la cama cuando Cristiano marcó el 0-3. Bale imanta la pelota a su pie y abre al portugués, que se cobró todas las deudas de la primera parte con la bicicleta y el gol. Este año, los goles de Cristiano y Bale entran con tanta violencia que parece que las redes de las porterías están tensadas al 100% y los balones salen despedidos hacia fuera, como si quisieran volver a los jugadores para que vuelan a golpearlos lo antes posible.
7. Tras el tercero llegó el cuarto, y tras el cuarto el quinto y así podríamos haber estado marcando hasta que las mil y unas noches se nos quedaran cortas. Fue Benzema el primero en marcar doble, tras otro taconazo de Cristiano. El Madrid jugó un partido impecable en el que todos los jugadores dieron lo mejor de sí. Xabi Alonso estuvo tan cómodo que parecía que estaba jugando al billar de tres bandas. Di María ha pasado de ser extremo a pierna cambiada a diligente interior de carril convergente; le llaman Fideo, pero debería llamarse el Galgo Di María, porque es lo que parece entre el porte y los ajuares. Bien haría Marcelo en invitarle a cualquier cosa salvo a comer. Si no fue el partido redondo poco faltó, porque incluso en gol en contra fue bonito, y hay carísimas rarezas de coleccionista, como por ejemplo una o dos pérdidas de balón de Modric.
8. Para los amantes de lo kitsch queda el pase de Ramos a lo Laudrup en el quinto gol mirando hacia otro lado. Es Sergio Ramos sin duda un tipo peculiar -no apto para todos los paladares- que parece no estar a gusto con los requisitos básicos que le exige su demarcación de defensa tales como la sobriedad, y en cuanto puede permitirse un capricho se lo concede: las fintas de cintura exageradas para engañar al delantero que persigue el balón, las pisaditas de balón intentando sacar la pelota, las chilenas, las roulettes, el penalty a lo panenka, los pases horizontales siendo el último hombre, los balones largos a ninguna parte, etc. Excentricidades que con el viento a favor quedan perfectamente adosadas en el metraje de la película como si fuera un traveling de comedia romántica, pero que se vuelven drásticas y trágicas con el viento de sudeste. Sergio Ramos es mirarse al espejo por las mañanas pensando que estamos buenísimos. Ayer el andaluz estuvo muy bien.
9. Aún no sabemos quién ni qué va a ser Bale en el Madrid, pero de momento hemos podido ir tomando notas sueltas, como por ejemplo su extraño y aséptico sentido de la definición y el golpeo, a medio camino entre las maneras de un nueve holandés y un triplista yugoslavo, como un permanente homenaje a Juanan que no termina nunca. Nos enteramos de la sustitución de Xabi cuando el Schalke avanzó 15 metros sin tomarlo ni beberlo y se puso a balconear el área de Casillas, tal vez Illarrita salió al campo sin calentar. El sexto gol llegó casi sin querer, tras una recuperación de Isco. Cristiano está permanentemente obcecado por marcar, y así debería comportarse siempre un delantero del Madrid: nunca es suficiente.
Hala Madrid, hijos de puta.