1. Salió el Madrid de rosa a Anoeta y seguro que algún nostálgico miró a ver si veía a Xabi subir de vestuarios como si todo hubiera sido una pesadilla. No estaba Xabi, pero estaba Casillas vistiendo de naranja en una simbolización perfecta de lo poco que pega con el resto de compañeros en estos momentos. Viendo el 4-3-3 dibujado en la pantalla del televisor los seis últimos jugadores formaban un rectángulo tan homogéneo que a excepción de Benzema y Kroos, el resto podían repartirse los puestos como quisieran. El comentarista señaló que desde la llegada de James al Real veía muchísimas banderas colombianas en todos los campos españoles, y a mi se me escapó una risa, qué le vamos a hacer.
2. Lo primero en lo que nos fijamos en este Madrid que torna poco a poco al pop comercial de melodías facilonas y rimas para todos los públicos es en el medio campo. Papá Alonso dijo que bajaba a por tabaco pero se fue de crucero romántico con Pep, y con el padre huido la responsabilidad de traer dinero a casa recae en los hijos mayores: Modric y Kroos. A mi juicio Ancelotti también debería poner a Isco a trabajar, pero de momento el italiano sólo confía a medias u obligado por las circunstancias y a veces le manda a hacer las camas de la casa e ir a por los recados con Illarramendi.
3. Se adelantó demasiado pronto el Madrid, porque estos partidos de inicio de temporada la gente mayor los disfruta más cuando son victorias justas y sufridas, que es el mejor ejemplo de la construcción de un equipo. Kroos y Ramos reeditaron una copia acústica del gol de Lisboa y unos minutos después marcó Bale un golazo. El galés, de mandíbula cuadrada y fuerza explosiva sorprende de vez en cuando con exquisitos gestos técnicos. Su gol fue propio de un brasileño de sangre caliente. No obstante, algún buen amigo debería recomendarle que se quite la diadema cuando juguemos de rosa.
4. El partido se encarriló así pues a los 10 minutos, o eso creíamos. El Madrid se organizaba en un 4-4-2 en fase defensiva sacrificando a James que se acostaba a la derecha, y luego subía 15 metros cuando el Madrid tenía el balón. Inexplicablemente (vamos a contar mentiras), la Real empató el partido antes del descanso. El 1-2 llegó en un córner sin jugadores en los palos. Un blanquiazul apareció desde la profundidad de un banco de niebla y Ramos, confiado como si estuviéramos en 2007, contempló el gol en tribuna. En el empate nos disparó a quemarropa un soldado sin marca desde la segunda línea. Toni Kroos didn’t invade San Sebastián, Luka Modric non plus. La respuesta instintiva del aficionado es buscar inmediatamente un culpable cuando se recibe un gol, pero… ¡qué más da de quién sea la culpa si cada vez que llegan nos marcan!
5. Reconozco que viví el descanso un poco nervioso y para calmarme tuve que tomar café y un redbull. Es cierto que Ancelotti nos ha dado la décima y le debemos agradecimiento eterno, seamos pacientes y hundamos las caderas en el sofá para contemplar el engranaje de las piezas. Sin embargo, no dejo de preguntarme por la titularidad de James y la suplencia de Khedira. A ciencia cierta el equipo perdería lustre, pero ganaría eficacia. Son detalles como éstos los que aterrorizan a una parte de la afición. El extraño caso de Dr Ancelotti y Mr Del Bosquetti (quien también ganó Copas de Europa con el Madrid).
6. Canales saltó al campo y en sus pies nació el 3-2, aunque para ello ayudó la ‘marcelada’ de turno. El gol recuerda al de Munich en 2012, aunque no habrá rastro del plomo que le cayó a Coentrao aquellos días. Para Casillas la vida sigue igual. Se pasea con esa cara de «que putada, otro fin de semana que me toca estar de guardia», y de él un gallego diría que no estuvo mal del todo, paró las que le fueron a las manos y no paró las que fueron a la red. El cuarto gol fue ciertamente con la mano, pero a quién no le da vergüenza reclamar cuando el balón cruzó hasta 8 jugadores blancos con la cabeza en otro lado en su viaje a la malla.
7. Las ligas y los equipos son embarazos que se gestan en las 10 primeras jornadas de cada campeonato. De momento el feto ancelottiano está viviendo demasiados cambios de presión y da una de cal y otra de arena: la llegada de Kroos y la salida de Alonso, supercopa europea y española, Córdoba y San Sebastián, etc. El Madrid no puede escapar ni a la física ni a la maldición de funcionar con los entrenadores de derechas y ganar con los de izquierdas. Ahora se encuentra en la cima del Everest y el Faraón Pérez ha descorchado el champán antes de bajar al campo base. Al entrenador le corresponde anticipar los problemas y evitar los aludes que todos los madridistas hemos sufrido.
8. Mañana es el último día en el mercado de fichajes y dicen que va a venir Chicharito y un mediocampista. Las llegadas están muy bien y seguro que son necesarias, pero de la misma forma que el Nantes no podría ganar una liga aunque lo entrenara Mourinho, Guardiola, Klopp o Del Bosque, en el Madrid nada cambiarán los que vengan si no se cambia antes la viga maestra de la casa. Casillas debe salir ya de la portería y el equipo necesita más coherencia entre líneas. Si en este Madrid es un drama que un recién llegado como James esté dos meses en el banquillo mientras se adapta al equipo y al sistema en beneficio de Isco o Khedira, estamos viajando en el tiempo a una velocidad vertiginosa: bienvenidos a 2003.