– El Real Madrid administró una interesante jornada post veraniega al servicio de sus aficionados bajo el sol de Villarreal, localidad en la que juega el Getafe de los equipos con aspiraciones éticas o artísticas, el milagro patrio del ladrillo hecho simpático conjunto de fútbol que enganchó a toda España en aquel penalti de Riquelme a la mano de Lehman.
– Posición y dispersión. El equipo A ancelottiano se dispone en 4-3-3 cuando tiene la pelota pero se dispersa en 4-2-4 sin balón. Por suerte para el Madrid, el Villarreal disputó muy pacíficamente la primera media hora de partido. Disputar pacíficamente un partido corresponde al concepto ecológico e izquierdista de «jugar buen fútbol con el balón». Para paliar la deficiencia antinatural del 4-2-4 el Madrid adelantó su línea defensiva lo que disminuyó la distancia entre las dos líneas de 4 y redujo el kilometraje defensivo de Modric y Kroos.
– Algunas veces quiso aprovechar el equipo amarillo la espalda de James, que tiene voluntad pero no es mediocentro y eso se refleja en algunas fases del juego en las que el Madrid no tiene la pelota. Es singular que jugándose al fútbol como se juega hoy, con 16 titulares que juegan 60 partidos al año y no con 11 que juegan 42 como hace 30 años, Ancelotti no dispusiera hoy de un pivote que ayudara en las tareas defensivas, algo que siempre viene bien cuando nos invitan a comer fuera de casa.
– Aunque criticar a un equipo que gana es terriblemente absurdo, no consigo sacudirme la sospecha de que con este falso 4-3-3 lo vamos a pasar mal contra equipos de verdad, que no voten socialista ni ayuden a cruzar los semáforos a las señoras mayores. Colaboró en la buena resolución final la muy mala puntería de los jugadores del Villarreal, que cada vez que se presentaron ante el Santo de Móstoles, le hicieron una ofrenda en forma de tiro a la grada. La incertidumbre del partido duró hasta que Modric tuvo el tiempo necesario para armar la cadera y sacudir su pierna con un precioso balonazo a la red. «El gol es un pase a la red», pían los cursis menottistas. Lo del croata fue un balonazo a la red que dejó clavado al portero.
– Cristiano hizo el segundo tras una contra -la acción más vibrante del fútbol- iniciada por James a la que Benzema dio forma con sus pies de alfarero. El Madrid se fue al descanso con el partido resuelto y en la segunda parte se dedicó a hacer los sudokus fáciles del periódico. Alargó las posesiones (la posesión como medio y no como fin) y tras cada pérdida de balón sólo tenía que replegar unos metros para que Kroos sacara la red del río llena de peces unos segundos más tarde. En esta fase del partido resaltaron las figuras del aleman y Modric, que para profundo pesar de los estetas más radicales y violentos juega en el Real Madrid con el dorsal que un día llevaron Lasa, Fernando Sanz o Baptista.
– Cada partido sirve para ir conociendo mejor a nuestros nuevos jugadores. De Kroos vimos hoy que le gusta presionar arriba la pérdida de balón, lo que se entiende regular cuando no hay pivote, pero doctores tiene la Santa Madre Iglesia. El primer cambio del partido llego inexplicablemente en el minuto 70, el Centauro de Mutriku salió con ovillo de lana y aguja gorda a tapar los agujeros del jersey. Para que no se me reproche que debato cada decisión de Don Carlo añadiré que me encantó el cambio de Nacho por Marcelo, que jugó la segunda parte como si estuviera en un partido de voley playa en Copacabana. Bale, que no jugó su mejor partido de blanco, sigue haciendo penitencia por un pecado en alguna vida pasada (ser coetáneo del mejor Cristiano) en la derecha, donde parece un alumno tonto en una clase de química.