Archivo mensual: enero 2015

Córdoba 1 – 2 Real Madrid.

– Sucedió lo improbable, el árbitro pitó penalti en el primer minuto de juego y el partido empezó 1-0. Ramos eligió un mal partido para jugar su renovación en bolsa. El Madrid es el Madrid porque puede permitirse lujos excelsos como jugar sin Modric, pero jugar sin Modric ni Isco es tentar demasiado a la suerte. El Córdoba salió a jugar como si sus jugadores tuvieran prisa por llegar a alguna parte y los madridistas que estaban bajo el sol tenían dos sombras, la suya propia y al jugador del Cordoba. Los que estaban en la oscuridad, sólo tenían una sombra blanca.

–  El Madrid intentaba abrirse cuando el balón estaba abajo con Kroos acompañado de los laterales, una línea de cuatro en el medio y otra de tres arriba, que de tan lejos parecía que estaba más cerca de las gradas que de sus compañeros. Cualquier esfuerzo resultó imposible gracias a tres claves: el empeño de los jugadores del Córdoba, la ausencia de Isco y el cansancio de los jugadores blancos, que parecen estar con el indicador de gasolina en rojo.

– Antes las dificultades del Madrid para articular vocablos coherentes, el guión pedía a gritos las ayudas de James y Benzema en dos cuartos, y aunque hubo algunas aproximaciones no existió una gran mejora. El Córdoba asustaba con sus contras, todas por el lado izquierdo madridista, lo que empujó a Carvajal y Khedira a aumentar esfuerzos en las coberturas. Ramos, castrado por la amarilla del primer minuto fue un trampolín para los atacantes andaluces. A pesar de todo, las aproximaciones del Córdoba terminaron todas en falsa alarma.

– Cuando Cristiano toco su primera pelota, el dinosaurio todavía estaba allí, pero había muerto hace millones de años. En el Madrid se acumulan todas las paradojas del cosmos, y aunque Kroos sea el mejor tirador de córners que ha tenido el Madrid en los últimos 20 años, fue James quien sacó el del del empate. Benzema marcó un gol importantísimo, una variante de gol que ha marcado pocas veces, porque el francés tiene tanta clase como pocos latidos por minuto en su corazón y resulta raro ver a Karim versionando a delanteros de otro linaje, como Raúl o Inzaghi. Tras el gol, el partido entró en una tediosa fase REM que enlazó con el descanso, de tal manera que entre los 20 minutos del partido y los 15 del descanso los espectadores dispusieron de 35 minutos para poder echar una siesta rápida o pensar en la lista de la compra.

– El Madrid no sólo no mejoró nada en la segunda parte sino que jugó los peores minutos de la temporada. Aturullados y nerviosos, los jugadores dejaron de ser un equipo y una dañina estructura anarquista se instauró entre ellos. A semejanza de la táctica empleada en los patios de los colegios de todo el mundo: de portero el que no tenga amigos, los defensas dando balonazos sin orden ni concierto, los delanteros queriendo meter goles por su cuenta y los centrocampistas no existían. El equipo estuvo a punto de tocar el barro con la cara cuando el Córdoba mandó un balón al palo. A Varane le hicieron falta y Casillas salió a por el balón saltando un plinton imaginario. Luego de ese macabro suceso, el Madrid fue recuperando el pulso al partido como un enfermo que se aferra a la vida, hasta que por fin posó la mano en la rodilla de Clara.

– Ancelotti, el entrenador más desesperante que recuerde tras Del Bosque haciendo cambios (entrenando al Madrid), dio entrada a Illarramendi (tal vez como homenaje póstumo) y a Coentrao para frenar la hemorragia de Bebe con Marcelo. No valoró cambiar a Cristiano, horrible todo el partido, imagino que por su estatus y porque no es fácil, pero la estúpida expulsión del portugués debe desembocar en una conclusión no negociable: si un jugador está mal, va fuera. Del campo, del equipo, o del Club, se llame como se llame. Sin el Rey Cristiano en el campo, Bale recogió el galón que al portugués se le cayó mientras sacaba brillo a la insignia del mundialito y todo convergió en el galés, que vive el apogeo de Cristiano desde la derecha recordando a Edmon Dantes en el château d’If. Falta, penalti y gol.

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Violencia 2 – Real Madrid 1

– El partido terminó con amago de pelea a la salida del bar porque un labriego discutía en voz alta con el camarero sobre la porra: «pues yo soy antimadridista y le he puesto al Madrid que ganaba», a lo que yo no pude sino añadir «pues más tonto no se puede ser» bajo la incrédula mirada de mi padre que me reprochó de vuelta a casa cómo podía meterme yo en estos fregados a estas alturas. Los niños madridistas habían pedido a los Reyes Magos un Varane de titular, pero finalmente fue Ramos quién saltó al campo. Un amigo me mandó un mensaje, «no entiendo que no juegue hoy Varane, al final se va a calentar y se irá, no rotamos ni con los tocados, luego nos lamentaremos», y aunque las críticas de mi amigo no son descabelladas, yo no soy nadie para reprochar nada a Ramos y Ancelotti, que en clave madridista son Tip y Coll explicando a toda la hinchada rojiblanca cómo llenar una Copa de Europa de champán.

– Fue sin embargo la afición del Valencia la que se encontró con su regalo de Reyes en el campo: un equipo entregado que jugaba con la intensidad de trece presionando cada balón hasta el límite del reglamento. Además, el club se ha puesto un manto encima y han decorado todos los rincones con atrezzo sobrante de Corea del Norte o algún otro país así: ‘Valencia nunca se rinde’, ‘junts tornem’, ‘sí’, etc. Para más inri, su grada es un pepino. El Madrid jugó una buena primera parte a pesar de todo. Aguantó el chaparrón de palos valencianista, controló el partido e incluso marcó tras una jugada con un relato bellísimo: Orbán rebanó una pierna a Bale y de esa falta nació una jugada que terminó en Cristiano marcando de penalti. El campo estalló en gritos de «así, así, así gana el Madrid», que para cualquier madridista es una forma más de lanzar confeti al campo sin ensuciar.

– Si el año pasado nos hubieran dicho por estas fechas que el Madrid no sobreviviría a un centro del campo sin Modric ni Alonso habríamos pensado que el tipo escucha más de tres podcast al día, pero el tapón en la bañera de la Décima ha creado una dinámica tan positiva, que lo que cualquier otro año habría sido un drama, hoy es un problema temporalmente resuelto. Kroos ocupa el lugar de Alonso en una magnífica gestión de club, James juega por Di María e Isco suple a Modric aunque hoy se viera superado -como todo el equipo- ante la avalancha de centrocampistas valencianistas.

minotauro

– En la segunda parte el Madrid desapareció del mapa dirán mañana el 90% de periodistas y cuñados españoles, y aunque las escupideras de los bares estaban llenas de reproches a los jugadores que fallaron, es más apropiado decir que fue el Valencia quien lo expulsó con vehemencia del tablero. Bale perdonó el empate a dos, tal vez pensaba que Mestalla le pertenece y como sucede con quien corre despreocupado y desnudo por los pasillos de la mansión, no vio a los amigos (Benzema) llamar a la puerta ni a los enemigos (Otamendi) saltar por la ventana.

– Ancelotti intentó reaccionar con el as en la manga del mitológico 4-4-2, el sistema con el que derrumbó al Barcelona y al Bayern Munich en una quincena mágica. Khedira y Kroos en el medio, Isco en la izquierda donde recuperó vitalidad y protagonismo y Jesé en la derecha, donde fue ridiculizado más de una vez y menos de cien por Orbán, (con diez partidos más en las piernas del canario habría sido al revés.) El plan funcionó a medias, puesto que aunque el Madrid recuperó el balón y amenazó la portería de Alves, Chicharito no pudo gozar de un sólo barullo en el área. El  Valencia resistió con disciplina soviética y esta victoria será añadida a su palmarés. Tras noventa minutos y más de 20 partidos, dieron caza al minotauro blanco.

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