– Sucedió lo improbable, el árbitro pitó penalti en el primer minuto de juego y el partido empezó 1-0. Ramos eligió un mal partido para jugar su renovación en bolsa. El Madrid es el Madrid porque puede permitirse lujos excelsos como jugar sin Modric, pero jugar sin Modric ni Isco es tentar demasiado a la suerte. El Córdoba salió a jugar como si sus jugadores tuvieran prisa por llegar a alguna parte y los madridistas que estaban bajo el sol tenían dos sombras, la suya propia y al jugador del Cordoba. Los que estaban en la oscuridad, sólo tenían una sombra blanca.
– El Madrid intentaba abrirse cuando el balón estaba abajo con Kroos acompañado de los laterales, una línea de cuatro en el medio y otra de tres arriba, que de tan lejos parecía que estaba más cerca de las gradas que de sus compañeros. Cualquier esfuerzo resultó imposible gracias a tres claves: el empeño de los jugadores del Córdoba, la ausencia de Isco y el cansancio de los jugadores blancos, que parecen estar con el indicador de gasolina en rojo.
– Antes las dificultades del Madrid para articular vocablos coherentes, el guión pedía a gritos las ayudas de James y Benzema en dos cuartos, y aunque hubo algunas aproximaciones no existió una gran mejora. El Córdoba asustaba con sus contras, todas por el lado izquierdo madridista, lo que empujó a Carvajal y Khedira a aumentar esfuerzos en las coberturas. Ramos, castrado por la amarilla del primer minuto fue un trampolín para los atacantes andaluces. A pesar de todo, las aproximaciones del Córdoba terminaron todas en falsa alarma.
– Cuando Cristiano toco su primera pelota, el dinosaurio todavía estaba allí, pero había muerto hace millones de años. En el Madrid se acumulan todas las paradojas del cosmos, y aunque Kroos sea el mejor tirador de córners que ha tenido el Madrid en los últimos 20 años, fue James quien sacó el del del empate. Benzema marcó un gol importantísimo, una variante de gol que ha marcado pocas veces, porque el francés tiene tanta clase como pocos latidos por minuto en su corazón y resulta raro ver a Karim versionando a delanteros de otro linaje, como Raúl o Inzaghi. Tras el gol, el partido entró en una tediosa fase REM que enlazó con el descanso, de tal manera que entre los 20 minutos del partido y los 15 del descanso los espectadores dispusieron de 35 minutos para poder echar una siesta rápida o pensar en la lista de la compra.
– El Madrid no sólo no mejoró nada en la segunda parte sino que jugó los peores minutos de la temporada. Aturullados y nerviosos, los jugadores dejaron de ser un equipo y una dañina estructura anarquista se instauró entre ellos. A semejanza de la táctica empleada en los patios de los colegios de todo el mundo: de portero el que no tenga amigos, los defensas dando balonazos sin orden ni concierto, los delanteros queriendo meter goles por su cuenta y los centrocampistas no existían. El equipo estuvo a punto de tocar el barro con la cara cuando el Córdoba mandó un balón al palo. A Varane le hicieron falta y Casillas salió a por el balón saltando un plinton imaginario. Luego de ese macabro suceso, el Madrid fue recuperando el pulso al partido como un enfermo que se aferra a la vida, hasta que por fin posó la mano en la rodilla de Clara.
– Ancelotti, el entrenador más desesperante que recuerde tras Del Bosque haciendo cambios (entrenando al Madrid), dio entrada a Illarramendi (tal vez como homenaje póstumo) y a Coentrao para frenar la hemorragia de Bebe con Marcelo. No valoró cambiar a Cristiano, horrible todo el partido, imagino que por su estatus y porque no es fácil, pero la estúpida expulsión del portugués debe desembocar en una conclusión no negociable: si un jugador está mal, va fuera. Del campo, del equipo, o del Club, se llame como se llame. Sin el Rey Cristiano en el campo, Bale recogió el galón que al portugués se le cayó mientras sacaba brillo a la insignia del mundialito y todo convergió en el galés, que vive el apogeo de Cristiano desde la derecha recordando a Edmon Dantes en el château d’If. Falta, penalti y gol.