Discurso del método. (24/10/2010)


Tras el partido contra el Milan las únicas cuestiones que se posaban sobre el partido contra el Racing era saber si Mou cambiaba la alineación para dar descanso a algunos hombres que han acumulado muchos minutos tras el Mundial, el inicio de temporada y los lamentables bolos de la FIFA, y de paso incentivar a jugadores que se sitúan entre los puestos 12 y 15 de la plantilla. Negativo. Misma alineación, mismos hombres, misma dinámica.

El césped del Bernabéu irradiaba un verde radioactivo antes del comienzo. Como siempre, mismas disposiciones en el campo, y sin embargo, por primera vez en la temporada, la cámara de televisión enfocaba más al campo del Madrid que al del Racing. Portugal había dispuesto una defensa de cinco y durante la semana ya había anunciado tener algo parecido a un plan; el Racing disputaba la pelota con más ahínco que cualquiera de los últimos visitantes que recuerde. A pesar de todo, partido a partido vamos viendo pequeñas acciones que se van convirtiendo en imágenes cotidianas: por ejemplo, Özil debe estar siempre atento al mediocentro contrario en la fase de salida de balón rival. Daba la sensación de que Portugal había preparado algunas emboscadas en la salida de pelota blanca: hasta tres jugadores formaban un triángulo sobre Alonso y Khedira cuando Carvalho tenía el balón. Fruto de esa presión, con apenas unos minutos de juego transcurridos, Di María lanzó un globo al lado contrario del campo que no atraparon ni Carvalho ni Marcelo.

No obstante, en el equipo se van instaurando ciertas costumbres, el preámbulo de un método, y antes de los 10 minutos ya habíamos disparado a puerta. El Racing manejaba algunos conceptos con cierta soltura y la línea de tres esperaba a las incorporaciones y evitaba los rechaces. Pero, ¿es un problema que el rival nos haya estudiado e intente maniatarnos? No, sólo le pone un poco más de emoción a lo inevitable. Si el rival nos ha estudiado, nosotros tenemos un máster sobre ellos. Una de las muchas cosas buenas de este equipo es que tiene (o tendrá) la capacidad de manejar varios registros y posee al menos a 4 futbolistas en el 11 capaces de gestionar la pelota de todas las formas posibles: Alonso, Özil, Di María y Cristiano. Y aunque las portadas de hoy se las lleve Cristiano, el héroe del partido fue el argentino Di María.

Fue en el minuto 9 cuando Di María comenzó su recital. Esta vez dirigió bien el globo hacia Higuaín sobre un cambo sembrado de cántabros, saltándose todo el dispositivo defensivo rival por la vía rápida, y el recado le llegó al ariete, que al ver que el portero no tenía estrellas de Champions en la casaca remató con pausa, como si fuera un acto reflejo, y marcó. Poco tiempo después Arbeloa lanzó un bonito pase interior a Higuaín, que sobrevive excepcionalmente como extremo, y le dio una bonita asistencia rasa a Cristiano, que empujó con eficacia el 2-0 bajo las piernas del portero. El Racing, aunque se llevara un saco, tiene el mérito de ser el equipo que más veces ha saltado el dispositivo defensivo del Madrid, posiblemente con cierto castigo físico o psicológico tras la carga de partidos. Casi todas las veces llegaron por la izquierda, pero ayer estuvo especialmente activo Carvalho, que acudió varias veces al costado para socorrer a Marcelo, adelantándose a los delanteros que recibían, e incluso presionando las recepciones hasta la línea media del terreno. Viendo a Carvalho vemos una parte de Mou.

En el ecuador de la primera parte Di maría se dio un homenaje, inciando una jugada con una rabona y terminádola con una chilena. Di María, cuando termine de hacerse, nos ofrecerá cada domingo el catálogo de un futbolista polivalente, plástico, aguerrido, insolente y apasionado. Una navaja suiza en un picnic, dijimos en verano. A pesar de la confianza que coge cada partido, se sigue sintiendo su fútbol precipitado en algunas decisiones. Di María siguió con su exhibición en pos de la gloria de Cristiano, y esta vez con un pase con el exterior del pie abrió a Özil, que con la derecha le puso el tercero al portugués. En la repetición del gol vimos a Di María abrazándose con Mourinho, que además de regalarle una lámina para el recuerdo a Mou_de_white, sigue gestionando día a día una apasionante aureola didáctica con sus muchachos. La leyenda urbana del Mourinho déspota y borde es sólo para ignorantes y antimadridistas, lo que viene a ser lo mismo.

En estos momentos, viendo al Madrid se respira una felicidad inmensa, no sólo por el discurso futbolístico que va enraizando, sino por el apartado anímico, psicológico, estructural. Aún hubo tiempo para que Alonso lanzara a Di María y que el 22 le diera otra asistencia a Higuaín. Esta vez el remate se fue por poco. A partir del tercer gol y hasta el final de la primera parte el Madrid probó en repetidas ocasiones mover el balón en pases largos, pero el marcador no se movió. Más detalles de anatomía mourinhistica: en los córners en contra, Di María es el último hombre, el vértice más alejado de Casillas, ya que en caso de recuperación y contra el argentino es el hombre perfecto para correr con el balón, retenerlo, escapar y pasar hacia una presunta incorporación por detrás de Cristiano o Higuaín, según proceda.

Nada más iniciarse la segunda parte, El Fideo siguió con su particular recital: le dio un balón a Özil, que se embrolló con el defensa, y lo que era un pase a otro resultó ser un autopase, mandándosela luego a Cristiano, que en un movimiento más difícil de lo que parece se desmarcó, frenó en carrera, gira, pisó la pelota y marcó. Higuaín asistió desde cerca, pensando tal vez que Cristiano iba a pasársela. El riesgo de estar 4-0 antes de la hora de juego era que bajara intensidad, perder el ritmo del partido y que el Racing comenzara a llegar. Así fue. Un suspiro después, en una jugada rápida y vertical entre Pepe, Khedira y el fideo, nos hicieron penalti. Cristiano amagaba con patear como si fuera Jonny Wilkinson, pero sólo se lo creyó Toño.

Uno de los jugadores que más se ha beneficiado de la llegada de Mourinho y del juego discreto y correcto de Khedira es Alonso, que ayer mantuvo esa línea ascendente y sólida. El tolosarra intentó dos veces seguidas un pase desde su campo: la primera fue al fideo), y a la segunda Özil recogió la pelota, realizó su ya tradicional amago hacia la izquierda, como cada vez que evoluciona desde la derecha, y con el empeine hizo el sexto mientras Higuaín, al lado, contemplaba la jugada. A la hora de juego, y con un gol cada 10 minutos, el partido estaba muerto, disecado y embalsamado, y Mou dio entrada a Canales, Benzemá y León. Marcelo salió y Di María, que desde su posición de interior dio dos asistencias y media (1º, 3º, 4º), una rabona, una chilena, un tacón y provocó un penalti (5º) y un abrazo de Mourinho, terminó el partido -tres minutos antes- de lateral izquierdo. El recital  fue enorme, y hasta el Mou pidió la ovación para su nuevo jugador franquicia.

El gol del Racing llegó fuera de tiempo, como llegan los últimos ciclistas en el Tourmalet, y aún así subió al marcador. Ya no quedaban minutos para nada que mereciera la pena, y un balón mal entregado por Khedira y mal acogido por Pepe podría haber sido el segundo del Racing. Casillas metió el pie. Con este panorama, poco pudieron hacer a los actores de reparto. Apenas unas carreras de Canales, intentos de asociación con Cristiano para Benzemá y centros exagerados para León. La historia había terminado hace tiempo. Con la Liga decididamente encarrilada, es hora de comenzar el asalto a Murcia y la Copa de España.

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